Lazos Tentadores (+18) #2

Capítulo 28

Perder a alguien que amamos es como aprender a vivir sin una parte de nosotros. Nayeli Cruz.

Liam Kozlov

Verla mal es como si una parte de mí no funcionara. Cuando terminó de bailar, cayó de rodillas enfrente de los ataúdes, aferrándose a ellos como si no quisiera dejarlos ir. Los siguientes en decir algo fueron los gemelos, quienes agradecieron por haber venido y estar con ellos.

Ethan era un agente de alto rango, por lo que había de todo tipo de agentes presentes, desde tenientes hasta coroneles. Media sala estaba vestida de traje policial.

Por otro lado, vi a mi familia, todas con los ojos llenos de lágrimas, excepto Alek, que me miraba con dolor en los ojos, pero sin derramar una lágrima.

Como pude, traje a Sara a mi lado. Ella estaba desconsolada, pidiéndole a su papi que despertara, diciendo incoherencias que solo se entendían como sollozos. Yo, por mi parte, me encontraba serio, con mi máscara puesta.

Limpié mis lágrimas y me cerré a sentir dolor. Me cerré a derrumbarme. No puedo permitírmelo por ella. Volví a mi yo de siempre, volví a ocultar mi dolor tras mi máscara, volví a soportarlo en silencio, todo para que ella tenga a alguien en quien llorar.

Amelia está desconsolada, Mike tiene una pistola de juguete abrazada y se niega a ser consolado por Juliette.

Santi, por su parte, parece ausente, sus lágrimas fluyen, pero él no se mueve y su mirada está perdida en la nada. Lucy está a su lado, y se puede ver el dolor en sus ojos. Miro hacia dónde está mi madre y la veo llorando. Isa intenta darle consuelo, pero ella lo rechaza.

Mi vida parece carecer de sentido en este momento, como si estuviera volviendo a años atrás, cuando vi a mi padre en un ataúd. Él era quien yacía en ese féretro.

Niego y tomo el rostro de Sara para secar sus lágrimas.

—Cariño, tienes que ser fuerte. Ellos no querrían verte triste.

—Es que duele mucho. Me duele el pecho. Se fueron, Liam. ¿Cómo los dejo ir?, no puedo creer que mi papi esté en uno de esos ataúdes. Él debía estar aquí, consolándome. Él siempre estaba para su niña.

Llorando, se puso de pie y caminó hacia donde estaba su padre, destapó el ataúd y sonrió.

—Te ves muy guapo, papi —susurró mientras tocaba su mejilla—ya no te veré más, porque te me fuiste sin despedirte. Quiero irme contigo, llévame contigo, pero no me dejes.

Con un nudo en mi garganta, me acerqué a ella.

—Si te vas con ellos, ¿qué pasa conmigo?, ¿me dejarás a mí solo?

—Liam...

—Tienes que aprender a vivir sin ellos, no puedes dejarme. Suena egoísta, pero no me puedes dejar —susurré con un nudo en mi garganta.

Ella solo me miró y no dijo nada.

Le dio un beso en la frente a su papá y fue al ataúd de su abuela y hizo lo mismo. Cuando volvió, me miró con una sonrisa triste y me dijo:

—No me pongas a elegir entre ellos y tú, Liam. Porque sin duda, siempre los elegiría a ellos —gritó desesperada.

Con lágrimas en sus ojos, se fue a sentar, y yo la seguí sin decir nada. No dije nada porque me dejó sin palabras, como siempre elige a otro y no a mí, cuando yo hasta daría mi vida por ella.

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Narrador omnisciente