Capítulo 13

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Decir que no extrañaba la cara amargada de Scar junto con su mirada llena de fastidio contendido sería una completa mentira. Vamos, hasta la nariz de pinocho capaz y le crecía si llegaba afirmar que no extrañaba al malhumorado león, con Simba incluido. Los primeros días fueron llevaderos. Gracias a los antiguos reyes que Nadia procuraba no molestar a Tama ni contradecirla mucho, aunque a veces su lengua se le iba de las manos.

La leona es... especial. Así la ha denominado la humana con tal de no entrar en conflicto.

Nala está más que encantada con su amiga de la infancia, confiaba plenamente en que tanto su hija como la humana estarían en buenas patas. Kiara no ha estado de buen humor desde entonces, no le agradaba tener una niñera.

–¿Crees que yo quería una? –le dijo Nadia aquella vez, con el sarcasmo goteando cada palabra –. ¡Para la próxima no me involucrare!

–¡Ni eso te lo crees! –replicó la cachorra alejándose con la frente en alto, como la reina que estaba destinada a ser, dejándola con la palabra en la boca.

Su orgullo fue herido y no estaba la irritante risa de Scar para distraerla y, en consecuencia pelear con él, eso lo hizo extrañarlo un poco, no, mucho. Lo extrañaba mucho. Se había acostumbrado demasiado a su presencia.

"Sabía que volverme una garrapata con él me traería consecuencias", se lamentó mientras seguía a la cachorra con Tama a cuestas.

Tama le recordaba de cierta forma a Vitani cuando es adulta.

La hierba le daba una comezón incesante, picaba mucho. Tama creyó que era buena idea instruir a Kiara para que fuera una cazadora competente; Nadia habría estado más que feliz de verla a lo lejos, sentada cómodamente bajo la sombra de un árbol, pero, en vez de eso, la custodia decidió incluirla para su sorpresa. Nadia intento quejarse pero Tama la interrumpió.

–Eres una hembra, debes ser eficiente, ser capaz de cazar por ti misma. Si no eres capaz de eso, entonces no podrás sobrevivir a la vida, ni a los golpes que esta te pueda dar –argumentó Tama, mirándola de arriba a abajo, arrugando la nariz como si no fuera más que una débil mariposa –. Aunque dudo seriamente si podrás ser capaz de matar algo. Dependes mucho del traidor –agregó con desagrado.

Nadia iba a replicar e intentar defender a Scar, pero, Tama no dijo ninguna mentira. Si le recriminaba lo más seguro es que Tama diría que está de acuerdo con la forma en la que Scar se hizo con el trono. Algo que no le conviene a ella ni a Scar. Podría meterlo en problemas con Simba y ser fácilmente acusado de conspiración, algo que también le salpicaría a ella, en consecuencia con su afiliación con el león. O, simplemente no quería pelear con la temperamental leona; su sentido común parece estar haciendo un buen trabajo.

–No dependo de él –dice ella en cambio, en voz baja, controlada –. Yo he matado un pez, eso debería contar.

–Sí, si eres un leopardo –se burla –. ¡Ponte en posición!

Estaban acechando a una manada de cebras. Una manada de no más de veinte miembros. Nadia trataba de no moverse mucho, ni rascarse, ni respirar fuertemente; si hace un movimiento brusco o cualquier ruido la manada huiría y Tama la asesinaría (no de forma literaria, o eso esperaba).

Kiara hacia lo posible por ser sigilosa, lo intentaba.

La palabra clave; intentaba.

Resulta que Kiara aún no es lo bastante sigilosa como para que la manada no la notase. La pisada de una rama hizo que rápidamente corrieran, alejándose del peligro inminente.

–¡No fue mi culpa! –Nadia alza la mano en lo alto.

Tama rueda los ojos.

–Por supuesto que no, humana –luego se dirige a la cachorra –. Kiara, debes ser más cuidadosa para la próxima. Así que, por ahora, practicaras con otro objetivo.

Scar's of redemptionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora