Capítulo 26 parte X

476 68 18
                                    

El sol estaba dando los últimos vestigios de luz, los tonos anaranjados dan a las praderas un aura tranquila, hermosa y apacible pese a los acontecimientos que se dieron ese día. Pronto oscurecería y la humana pasara un mal rato. Pues, a diferencia de su decidida compañera, ella no cuenta con tal pelaje y protección al clima nocturno; un mal necesario que aceptó al momento de escapar junto con la princesa dejando atrás la comodidad de la Roca del Rey.

No tardarán mucho para que se den cuenta de su ausencia y, para cuando eso suceda, habrá varios kilómetros de distancia antes de que den con ellas.

Pronto, deberá apoyarse en Kiara por si no hay luz de luna para orientarse; no posee la vista prodigiosa de la leona. La princesa no paraba de correr, casi dejándola atrás.

– ¡Kiara! ¿Debo recordarte que no estás sola? ¡Espérame! –chilló Nadia casi tropezándose.

La princesa no pareció escucharla, bufó.

Sería el colmo que sus sandalias se arruinaran. El vestido puede aguantarlo, pero no puede decir lo mismo de las sandalias; pincharse los pies con qué sabe qué en las praderas no es algo que le apetece, capaz y pisa una serpiente.

Kiara por fin se detuvo en la misma roca donde contempló por primera vez las lejanías, el lugar donde su curiosidad la llevo a conocer al león que amaba.

– ¿Kovu? –Llamó Kiara mirando por todos lados. Saltó a la roca, luego al agua –. Kovu.

Nadia no quiso interrumpir, mucho menos cuando Kiara bajo la mirada y vio su reflejo incompleto. Se abstuvo de reclamarle por dejarla prácticamente atrás. Dio un paso atrás, cautelosa, por alguna razón temió ver su propio reflejo.

–No está aquí –se lamentó Kiara en voz baja.

–No –confirmó Nadia mirando los alrededores –, ninguno de los dos –se vuelve a la princesa con los ojos entrecerrados, Kiara se ve con ganas de saltar y correr de nuevo –. Correr sin rumbo no nos garantizaran encontrarlo, Kiara. Y dejarme atrás solo retrasara la búsqueda.

–De acuerdo, de acuerdo, prometo esperarte. Pero debemos irnos ya –instó Kiara empujando a Nadia para continuar con su cometido.

Recorrieron varios tramos con los efímeros rayos de sol que quedaban. Buscando en cada lugar probable en el que no uno, sino dos, leones buscarían acobijo una noche antes de marcharse definitivamente. De las dos, Kiara era la más ansiosa, por decirlo suavemente y no es que Nadia no lo estuviera, pero para estos casos debe guardar la compostura lo mejor que podía; de nada servía dejarse llevar por el tumulto de sentimientos tormentosos y nada sensatos.

Sensatez. Algo con lo que no acostumbra tener en muchos de sus movimientos, palabras y acciones.

Revisaron otra pequeña cueva, solo una gran grieta entre las rocas, pequeña, no lo suficientemente espaciosa para dos leones, aunque Kiara quiso descartarla de cualquier manera.

Las estrellas poco a poco empezaron a aparecer, brillando con todo su esplendor. Nadia disfrutaría de tal vista como cada noche, pero no había tiempo para ello, mucho menos cuando Kiara caminaba entre los pastizales con la vista al suelo y los hombros hundidos.

Sostenía su cola como una correa infantil. Humillante, si se lo preguntaban, pero no había mucho que hacer en este caso. Si enciende una antorcha llamaría la atención.

–Kovu –se lamenta Kiara nuevamente.

Nadia contuvo una mueca.

"¡No se ha muerto!", quiso decirle pese a que estaría fuera de lugar. Por ahora, se mantendría callada, aguantando su venenosa opinión como lo clasificaba Scar cuando ella le comentaba un chisme jugoso que escuchó por allí.

Scar's of redemptionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora