Capítulo 16

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La vida es como una mariposa con frágiles alas cuya vida es corta y hermosa. O como un hilo dorado que nos une al plano terrenal tan fino, tan delicado y tan fácil de cortar. Rafiki agradecía enormemente que ni el hilo del príncipe ni de Nadia haya sido cortado ese fatídico día, cuando mucho, tendrán cicatrices como recordatorio; las cicatrices del príncipe son pequeñas y no tan escandalosas, una pequeña línea rosada atravesándole la boca, otra en el hocico un poco más gruesa y, finalmente, una pequeña entre la ceja; mientras que Nadia tenía una cicatriz recorrerle por casi todo el brazo izquierdo como una serpiente.

Cuando Simba la había llevado con él pensó que estaba más allá que aquí. Balbuceaba sobre buitres británicos y tigres e incluso en hienas que no se cansaban de contar su historia de vida.

Preparó la bebida que la ayudaría con el dolor y la cicatrización para su brazo, con suerte no le quedaría una marca tan grande, el mandril se acercó a la joven delirante. Poso una mano en la nuca de la humana levantándola un poco, acerco el cuenco a sus labios y la ayudo a beber la pócima curativa.

–No lo escupas, bébelo, Nadia –advirtió al ver la mueca en su rostro. Bunga saltaba de forma incesante en un intento por ver mejor, Simba lo coge por el pelaje y se lo lleva afuera para que Rafiki pueda trabajar en silencio; no se lo había pedido pero Rafiki lo agradecía, poco después escucha la lluvia en las afueras y la brisa familiar de Mufasa.

Una vez que termino de darle la pócima empezó a limpiar sus heridas, primero quitó los retazos de su chaqueta hecha jirones y procuraba limpiar las heridas con sumo cuidado quitando la tierra y cualquier otra suciedad. Murmuraba un pequeño cántico mientras sus manos se movían con agilidad.

Aun recordaba el rostro aliviado y preocupado de Taka. No lo había visto así desde hace años.

Ahora observaba a Nadia caminando con Kopa a su lado, el príncipe ya no estaba vendado ni cojeado pero ella sí; su brazo ha sanado a un ritmo normal, cosa que esperaba, su pierna aún estaba en proceso de sanación y ella procuraba hacer un "ejercicio" para lograr una recuperación más rápida.

Rafiki sonríe.

Nadia poco confiaba en sus pócimas curativas pese a que su brazo (en menos de dos semanas) ya estaba sanando cuando normalmente tardaría más. Ella decía que era magia y que, si se equivocaba con un ingrediente, la convertiría en sapo; obviamente Rafiki le aseguro que eso no pasaría y que más bien se convertiría en gato, para más horror de ella.

Simba observaba a lo lejos a su hijo y la humana, junto a él estaba Scar.

–Zira lo hizo y, aunque no tuviste nada que ver, si ella vuelve a hacer algo semejante contra mi familia lo pagara caro. Ella y sus seguidores –recalcó sin apartar la vista.

Scar lo mira por el rabillo del ojo.

–No esperaba menos.

Otro silencio sepulcral.

– ¿Lo dijiste en serio? –Simba recuerda lo que su tío había dicho cuando resolvió el asunto de los chacales, no sabía si sus palabras eran honestas o no.

– ¿Qué cosa? –Scar se vuelve con una ceja levantada.

–Sobre que mi padre estaría orgulloso.

–Siempre lo ha estado, no es como que tuvieras que esforzarte por ello –No importaba cuanto se esforzara para demostrarle a Ahadi que podía ser el hijo del que también podría estar orgulloso, nunca era suficiente –. Él te amaba con o sin fallas. Aunque eras el príncipe dorado –dice eso último con burla. Luego vuelve a mirar al frente Kiara, Kopa y Kion jugaban a las atrapadas seguidos de ese tejón con Timon y Pumba a cuestas –. Nuestra familia es rara. ¡Ni se te ocurra correr, Nadia!

Scar's of redemptionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora