Capítulo 11

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Luego de escuchar la exclamación del cálao Nadia supo que era hora de irse. Le había prometido a Scar mantenerse alejada de los problemas o, más bien, que no los buscara. Al parecer el viejo león piensa que ella es una especie de imán para los problemas; aunque Nadia piensa que él cree que a ella le gusta provocarle mini infartos.

"Parece que Scar es quién está a cargo de mí que yo de él ", ríe bajito ante la ironía.

Puede que lo niegue todo lo que quiera pero sabe que, muy en el fondo, Scar si le ha tomado algo de cariño. Un poco.

Bien podría seguir con sus divagues sino fuera por un gemido entre la maleza. Se detuvo. Mira por todos lados, asegurándose de que no haya ningún depredador cerca (algo casi imposible debido a su habilidad innata para la caza) por lo que no podría detectar a un sigiloso león, guepardo o leopardo por mucho que achinara los ojos.

"Que no tenga garras y no sea ponzoñoso ", pidió, mientras se acercaba con toda la intención de ayudar.

Grande fue su sorpresa al ver a una cría de hiena de no más de tres o cuatro meses de edad. La pata del pequeño o pequeña estaba sangrando, parecía que algún animal la había mordido. Había mucha sangre. Hizo una mueca, esperaba que el hueso no estuviera roto.

–Tranquila, tú...

–¡Aléjate de mi hermana! –grita otra hiena, macho, en medio de ambas con los dientes afuera listo para atacar.

Nadia levanta ambas manos en son de paz.

–Vine a ayudar.

–Psss... No te creo nada.

–Tu hermana necesita ayuda, pequeño, y yo quiero proporcionársela.

Apostaba que estas hienas desobedecieron a su madre, entrando a las praderas, y todo ese juego resultó en esta pequeña tragedia. De seguro algunas hienas se prestaron para buscarlos pese a que se meterían en problemas con Simba, todo por buscar a sus pequeños. Quizá estaban jugando y se metieron en el territorio de guepardo o leopardo, hasta algún chacal solitario es capaz de atacar a una cría de hiena.

–Soy aprendiz de Rafiki, el chamán real. Puedo ayudar –volvió a intentar.

–Mkaidi, me duele mucho –dice la pequeña.

El rostro de su hermano vacilo ante su hermana. Giró, mirándola, luego volvió a operar en Nadia.

–¿Seguro que vas a ayudarla? – preguntó, vacilante.

Nadia asintió.

-Si. Pero no aquí –Mkaidi intentó replicar–, no tengo lo necesario para ayudarla ahora. Debo llevármela.

–¡No te lleves a Maua sin mí!

–Desde luego que no, tú también vienes conmigo –hizo un gesto con la mano–. ¿Puedo?

Mkaidi se hizo a un lado permitiéndole acercarse a la humana. Nadia tomo con sumo cuidado a Maua, no quería lastimarla más y, una vez que estabilizo su agarre los tres caminaron rumbo a la cueva que compartía con Scar. Ella pensaba que, si Rafiki se enteraba de las hienas se lo informaría a Simba y este la regañaría severamente, si bien; no creía que Simba pudiera tenerle rencor a unas hienas jóvenes, inocentes. Es mejor prevenir que lamentarse.

Al llegar a la cueva pudo respirar tranquila, Scar no estaba.

"Debe estar cazando, menos mal que es un león rutinario", deposita suavemente a Maua en su cama improvisada de hojas "orejas de Elefante".

Una vez que se quitó su bolso lanzándolo sin ningún tipo de cuidado; se puso a buscar sus ungüentos, sus cuencos con agua y un retazo de corteza de un árbol cuyo nombre no recuerda pero que es lo suficientemente flexible como para ser una gasa, o eso piensa Nadia. Una vez obtenido todo paciente, volvo con su pequeña que, para alegría de la humana, ya ha dejado de sangrar.

Scar's of redemptionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora