Chapter VIII

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—. ¿Qué sucedió? - preguntó Spreen, acercándose a los demás agentes. 

—. Una bola de boliche le destrozó la cabeza a un estudiante de primer año - respondió su compañero. 

La escena estaba aislada, para fortuna de los agentes, el incidente ocurrió justo el día viernes en que ningún alumno se volvería a presentar hasta el lunes. 

Spreen se acercó a la escena para analizarla, el cuerpo frente a él se encontraba pálido, dando inicio a la descomposición. 

—. ¿A qué hora fue? - preguntó. 

Su compañero sacó una tablet para darle la información.

—. Según las cámaras de seguridad de la entrada, la bola cayó sobre el estudiante a las quince horas con cinco minutos - respondió —. Justo a la hora más poblada de estudiantes. 

—. El CEO supuso que pudo haber sido la peor suerte o algo muy bien planeado - comentó una de sus compañeras. 

—. ¿Alguien sabe de dónde vino la bola? - preguntó Spreen, analizando el edificio del instituto. 

—. Nadie sabe, pero por el nivel de impacto en la masa, asumen que su velocidad tomada fue por el quinto piso - respondió su compañera. 

—. Bien, supongo que tendremos que poner a oficiales en el instituto para vigilar a los estudiantes y descubrir posibles sospechosos - menciona Spreen —. Jaiden, dile al agente Jacobs que mande una tropa y se ponga él como líder, que vigile a cada estudiante sin excepción alguna, maestros y gente de servicio igual; que me mantenga al tanto de todo. 

Su compañera de trabajo asintió, yendo hacia el auto para agarrar el teléfono de la Federación y llamar a su compañero Karl Jacobs. 

—. Los demás, encarguense del cuerpo, los reporteros y de los padres del estudiante - ordenó. 

Sus subordinados acataron sin rezongar, haciendo todo lo que se les ordenó. 

Por la noche, luego del largo papeleo por fin llegó a su apartamento. 

Ese día se supone que él no llegaría porque iba a estar "demasiado" ocupado, pero logró llegar incluso más temprano, así que se sentía tranquilo. 

Roier no llegaría, se quedaría en el hospital por un caso especial que tenía con uno de sus pacientes. 

Spreen fue a la cocina y bebió un trago de Whisky, sintiendo el líquido ardiente bajar por su garganta, haciéndolo sentir tranquilo. 

No era sensible al alcohol, debía de agradecer eso a que era un alfa dominante; ni el alcohol, ni las feromonas, ni la droga, ni nada que pueda afectar la cordura humana, podía afectarlo a él. Por algo era de los mejores agentes de la CGT. 

Sin embargo, tenía sentidos muy sensibles, y no pudo evitar sentir un leve aroma a marihuana proveniente de su propio penthouse. 

Caminó por todo el lugar intentando descifrar de donde provenía, pero siempre apuntó al mismo lugar: el cuarto de Quackity. 

No quería sospechar nada del adolescente, y tampoco quería ser duro o severo con él, porque sabía que ya había sufrido demasiado con su padre, no quería revivirle nada del pasado, quería que viviera un buen futuro, con un nuevo presente. 

Caminó hasta llegar al cuarto, donde dio unos golpes leves a su puerta. No esperó mucho, a los pocos segundos, Quackity abrió la puerta. Se veía adormilado, cansado y algo agitado. 

—. ¿S-Spreen? - preguntó el menor, entrecerrando los ojos, como si quisiera distinguirlo. 

—. Quackity - nombró el mayor, analizándolo. 

Su ropa sudada, respiración agitada, aroma a marihuana, actitud cansada. 

—. ¿Por qué tu cuarto huele a marihuana? - preguntó, había dejado a Quackity solo desde las cinco que lo llamaron para atender el caso. 

El menor se mordió su labio inferior, desviando la mirada con un sonroso. 

—. ¿Promete no enfadarse si se lo digo? - preguntó el menor, Spreen asintió, dando una respuesta positiva —. T-tengo un "novio", por así decirlo, pero él...

—. ¿Fuma? ¿Se droga? - preguntó Spreen, intententando adivinar la respuesta, pero Quackity negó.

—. Es un alfa, pero su aroma es "peculiar". Huele a marihuana desde que se manifesto, es algo que él no controla. Y, se suponía que no ibas a venir, así que lo traje a cenar. Perdón - explicó Quackity, sonrosado. 

Spreen no se creía el cuento por completo, pero no dijo nada. 

Acarició los cabellos del menor y le sonrió —. No te preocupes, traelo a cenar el domingo para que lo conozcamos, bueno, eso si quieres, no te obligo - sugirió Spreen. 

Quackity mordió su labio inferior, maldiciendo mentalmente. 

—. Claro, no hay problema, él es muy agradable - respondió sonriente. 

Spreen asintió, le dio un beso en la frente y esperó que se acostara en la cama para cerrar la puerta.

No sospechaba que Quackity asesinara a alguien, porque entre asesinar y consumir droga, había una gran diferencia. Sin embargo, eso no significaba que no lo tendría vigilado. Si Quackity consumía droga, tomaría cartas en el asunto. Porque una cosa es no querer ser severo, y otra es ser negligente. 

Mientras, Quackity maldecía a Spreen en todos los idiomas existentes. 

Tomó su teléfono y mensajeo con Rubius para comentarle su situación. 

"Eres estúpido, Quackity. Pésima excusa, ¿y ahora qué harás?" - respondió su amigo por mensaje. 

"¿Tienes aún de esa cosa que huele a mari, pero que no lo es?" - preguntó. 

"Sí, ¿por qué? ¿Qué planeas?" - preguntó su amigo. 

"El domingo bañate con eso y vente a la cena, fingiremos ser una pareja de adolescentes normales" - respondió. 

Rubius trato de negarse, justificando que no quería involucrarse con la policía o los agentes, menos luego de lo que ocurrió en el instituto. Al final aceptó, porque nadie podía decirle que no a las nudes de su amigo y compañero de contrabando: Quackity. 

El menor sonrió triunfante, los alfas eran más fáciles que la tabla del uno. 

Esa noche durmió como un bebé, pensando que todo lo tenía bajo control. 


Blood - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora