La oscuridad bañaba la ciudad, las luces de los edificios y el sonido del tráfico eran el fondo perfecto para una noche de trabajo.
Sus manos sostenían el arma con fuerza, apuntando a su objetivo que caminaba por la calle.
Debía de ser un disparo limpio, nada llamativo ni desastroso, algo perfecto.
Su objetivo se posicionó, se acomodó mejor para no fallar, pero antes de apretar el gatillo, una bala se estrelló contra el cuello de su objetivo, haciéndolo caer al piso con la sangre esparciéndose por todo el suelo.
Apartó el arma para ver de dónde vino la bala, encontrándose con el chico más hermoso que había visto. Su cabello azabache como la noche, con ojos brillosos como las estrellas, tan azules como el cielo y una sonrisa tan cautivadora como la luna.
El omega le sonrió coqueto y se perdió en aquella azotea.
Se mordió su labio inferior, comenzando a salir de su azotea también, bajando hasta el primer piso.
Al salir del edificio, se encontró con aquel omega quitándose los guantes que uso para no dejar huellas en el arma.
—. Eres muy lento - se burló, sonriéndole.
El mayor sonrió por sus palabras, lo miró altanero y se acercó a él para tomarlo por la cintura, acercándolo a su cuerpo.
—. Es que tú eres muy rápido - se justificó, robándole un beso.
El menor sonrió en medio del beso, tomándolo de sus mejillas para profundizarlo.
—. La hora de la niñera se está acabando, deberíamos irnos - habló el omega, cortando el beso.
Ambos ignoraban a las personas que pasaban, el sonido de la ambulancia y el alboroto de los ciudadanos; después de todo, su trabajo ya estaba hecho.
—. No me importaría pagarle horas extras - responde el alfa, tomando al omega de sus caderas y alzándolo para cargarlo.
El omega tarareo en sus brazos, recostando su cabeza sobre su pecho, escuchando los acelerados latidos de su corazón.
—. El hotel más cercano está en la tercera calle sur - responde en un bajo susurro.
El mayor sonríe, apretando sus muslos con fuerza y mordiendo su mejilla con cariño.
—. Bien, Quackity de Buhajeruk, te voy a hacer mío una vez más - susurra el alfa en su oído.
—. Hazme tuyo, Spreen Buhajeruk - regresa el susurro.
Más que esposos, eran compañeros; confiaban entre ellos, se conocían, se apoyaban, se comprendían y se comunicaban. Eran un dúo, siempre lo iban a ser.
—. ¿Qué quieres para tu cumpleaños? - pregunta Quackity hacia su hijo menor, un pequeño niño de dos años.
Quackity recuerda muchas cosas feas de esa edad, aunque nadie le crea que recuerda desde una edad tan pequeña. Pero era algo que ya no importaba,porque ya no se trataba de lo que él vivió, sino, de lo que sus hijos vivirán.
—. Una pistola, como la de papá - responde sonriente.
Quackity se giró a ver con mala cara a su esposo, enfadado de que fuera descuidado y dejará que su hijo viera tales cosas.
—. Te compraremos una, no te preocupes - respondió el mayor, acercándose a ellos y acariciando los cabellos azabaches de su hijo —. ¿Verdad, amor?
Quackity se fijo en los ojos lila de su hijo, eran morados, pero en el fondo, tenían un toque celeste muy bonito. Suspiró pesado, resignándose.
—. Está bien - respondió, siendo abrazado por su hijo.
El niño se bajó de sus brazos y se fue corriendo alegre, dejándolos a ambos.
—. Debes tener más cuidado con las armas, los niños no deben ver eso - reprocha Quackity, comenzando a caminar hacia la cocina.
Spreen sonrió al ver a su esposo caminar, con sus caderas más anchas por la edad y los partos, daba igual, se le seguían haciendo tan seductoras y atractivas. No pudo contenerse de darle una nalgada e irse corriendo donde estaban los niños para refugiarse.
Quackity lo persiguió, siendo detenido por los niños.
—. ¡No pasarás! - exclama su hijo menor, poniéndose frente a él con una varita en su mano.
No pudo responder, su hijo mayor se puso frente a él y apuntó a su hermano menor con una espada de juguete.
Quackity sonrió, tomando un escudo de juguete para defender a su hijo. Spreen se unió con un mini arco, apuntando al escudo de Quackity para no lastimarlos.
La pequeña pelea continuó entre risas y abrazos, burlas entre los dos mayores, pero enseñándoles que si se pasan debían de disculparse, y que sólo era entre personas de confianza.
Por la noche, antes de dormir, Quackity fue abrazado por su esposo, siendo mimado y amado.
Sonrió, sin creer que su vida había dado un giro de ciento ochenta grados, convirtiéndose de un infierno al mejor paraíso.
—. Te amo - susurró antes de quedarse dormido, sintiendo como el abrazo se reforzaba.
Era un agradecimiento por haberle cambiado la vida.
Ahora sí, fin.
Fue muy lindo, pero no romanticen estas cosas, esto fue ficción nada más.
En fin, ahora sí, espero que la hayan disfrutado ;)
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Blood - Spreeckity
Fanfiction"El diablo es optimista si cree que puede hacer más malo al hombre" - Karl Kraus. "Que piensen lo que quieran, pero no pretendía ahogarme. Tenía intención de nadar hasta hundirme -pero no es lo mismo" - Joseph Conrad. Droga, deudas, clubs nocturno...