Capítulo III

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Gael se aseguró de que no hubiera nadie cerca cuando ingresó a la aldea. No era buena idea de que notaran que salió, mucho menos que percibieron el olor que llevaba encima. Hizo lo posible para lavarse en uno de los riachuelos en su camino de regreso, pero nada le aseguraba que ya no tuviera el aroma sobre él. Por Selene, ni siquiera pensó en una excusa para dar si lo atrapaban. Oler a muerte y continuar vivo, sin un solo rasguño encima.

Cruzó la aldea de forma silenciosa, caminando por detrás de las cabañas para que la luz de las farolas no lo alumbrara y nadie lo viera. Necesitaba ir al lago para lavarse bien, pensando en la excusa de que tuvo una pesadilla y necesitaba un baño, por si lo notaban regresar. No era del todo una mentira, continuaba pensando que lo ocurrido era un sueño. Le dio un escalofrío de solo recordarlo.

«Mi pareja es un vampiro», pensó mientras se sacudía el agua del pelaje.

Necesitaba asimilar lo ocurrido, hacer más real aquella situación inverosímil. Estaba unido a un chupasangre. Nunca escuchó de algo parecido, la unión de dos razas distintas, y sobre todo enemigas. El lazo entre lobos era un regalo de Selene, la diosa Luna, otorgando a cada licántropo un mate que sería su compañero durante toda su vida. Se basaba en lo similares que eran las almas, o complementarias en otros casos. Pero ¿una sanguijuela? ¡Ellos ni siquiera eran poseedores de un alma! Necesitaba una respuesta sobre ese extraño enlace, saber por qué ambos estaban unidos, específicamente ellos y no otro lobo u otro vampiro. Necesitaba una buena razón cuando tuviera que confesarles a todos sobre su pareja, para hablar con honestidad y orgullo para que pudieran aceptarlo. Necesitaba una razón válida para los suyos. Aunque la tuviera, sabía que no la aceptarían.

Llegó a la puerta de su cabaña y se convirtió en humano, suspirando antes de entrar. Nadie lo esperaba en casa, vivía solo desde que tuvo oportunidad y era una ventaja porque esa noche no hubiera podido ocultar lo inquieto que estaba; era una desventaja a su modo porque no podía hablarlo con nadie. No era como si pudiera hacerlo, de todos modos. Se terminó de secar el cuerpo, el cabello y se metió a la cama. Cubrió sus ojos con su brazo y pensó en Zahir.

Su mente fue cruel al jugarle una mala pasada, borrando sus memorias de aquella vez que se perdió en el bosque y Zahir lo salvó. Apenas logró recuperar unos pocos recuerdos los días anteriores. Le era extraño pensar que un vampiro no lo atacó de pequeño. Estaba enterado de algunos cachorros asesinados por vampiros; sabía de sobra que ellos no se frenaban ante nada ni nadie, su hermana y el resto de los lobos de guardia eran prueba de ello, y por eso los trataba como lo que eran: seres despreciables. Sin embargo, no podía negarse el hecho de haber querido frotarse sobre Zahir para que su olor se quedara con él.

Se fregó el rostro preguntándose por qué olvidó que de cachorro se perdió. No tenía recuerdos de ser regañado por haber salido solo al bosque, lo que significaba que nadie supo de su escape. Le era intrigante, además, que tampoco hubiera recordado al vampiro cuando tuvo su primer Festival de la Luna. Con Toce años, era la primera vez que Selene iba a hablarle, la primera vez que sabría sobre su mate. Gael percibió el olor a petricor y canela y corrió hacia el risco. No halló a nadie, solo el olor desvaneciéndose en el aire nocturno.

Esa noche fue una mezcla de decepción y alivio; no todos los lobos lograban encontrar a su alma gemela en el primer festival. Ahora solo le tocaba tener paciencia y encontrarla. Para entonces, estaba seguro de que era una loba porque esa era la norma. Dudaba que fuera un lobo a diferencia de cómo había ocurrido con algunos de sus compañeros, porque jamás vio a nadie de su mismo sexo como atractivo y debido a ello se atrevió a soñar con una familia. Pero el tiempo pasó y la loba no aparecía, así que se dio consuelo enseñando a los más pequeños de la aldea. Ahora que lo pensaba, hizo. Con Zahir era imposible la procreación, imposible incluso quedarse en la aldea.

La lealtad de tu traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora