Aunque prefería la sangre humana que la de animal, sobre todo porque estos últimos le daban asco, no tuvo más opción que ir en busca de un oso, lo único que soportaba comer. Además, lo usaría como excusa para ir al bosque y que Ágata lo encontrara; necesitaba saber de Gael y ella le daría información.
—Buen provecho.
Zahir sacó los dientes del gran animal que estaba recostado en el suelo y miró a un lado, viendo a la demonio sonreírle, sus pupilas brillando de color rojo. Distaban mucho del vestido color verde oscuro que llevaba.
—¿Estás en medio de un trabajo?
—Vengo de asustar a tu cachorro.
Los ojos azules del vampiro brillaron y se contuvo de apretar al animal del que estaba comiendo; no quería matarlo. Le preguntó, con la mejor calma que pudo reunir, qué fue lo que hizo y si no lo lastimó. No tenía oportunidad alguna si se enfrentaba con Ágata, pero no se quedaría sin pagar el daño a Gael.
—El cachorro estaba en el bosque y lo seguí —comentó encogiéndose de hombros—. Tuve que asustarlo para que los otros con quienes andaba no sospecharan que lo conozco, no entiendo por qué no los noté antes de saludar a tu lobo. Estaba con el alfa, un pulgoso enorme, y otro lobo que, sin duda, sería un buen juguete —añadió riendo emocionada—. Yo creo que si no lo lastimamos mucho podría durar tres días; el alfa podría durarnos unos siete, se veía bastante robusto. Gael, en cambio... Nah, no dura ni un día.
—¡Ágata!
La demonio rio jocosa, doblándose cuando su estómago empezó a doler.
—Ay, hubieras visto tu cara —rio todavía más.
Zahir bufó, lamió la herida que hizo en el oso y lo dejó para que durmiera. Se dio la vuelta para regresar a su mansión, no importándole si la demonio lo seguía o no. Ya sabía que Gael estaba bien, Ágata no lo lastimó, y logró correr un poco. Quiso poder verlo, pero era peligroso si se acercaba demasiado a su aldea. A pocos kilómetros de la mansión, notó a Ágata caminando a su lado. Ya llevaba un vestido con cola, la vio usar sus habilidades para apartar objetos de su camino y que su ropa no se arruinara.
—¿Cuándo atacarán a los pulgosos de Saavedra?
Hubo una pausa en la que no detuvieron el paso. Ágata miró a Zahir, quien miraba al frente con ojos que refulgían.
—Ya no atacaremos solo a Saavedra sino a las tres aldeas esa misma noche.
Las cejas de Ágata se elevaron, parpadeó un par de veces antes de ver hacia al frente, meditando lo que el vampiro dijo.
—Sí que es ambicioso el convertido —añadió.
—Es un imbécil. Quería hacerlo hoy, pero después de convencer a Ezra se acordó que sería en tres noches.
Asim rechazó la idea de esperar y asegurarse de que cubrían con todas las posibles salidas de las bestias de la aldea Saavedra, una no muy pequeña manada que quedaba cerca al Clan Caruso, y de la aldea Borbón, la más grande de las tres, pero que era inofensiva y que quedaba cerca del Bosque Oscuro. Zahir le aseguró que si tanto deseaba morir él mismo podría asesinarlo, pero que no llevaría a los otros vampiros a la muerte por no haber planificado todo. El senescal lo miró con desprecio y con odio cuando Ezra le dio la razón. Luego, Luna intervino diciendo que ella podría usar algo de magia para potenciar la fuerza de los vampiros y así poder atacar a más de una aldea. Todos quedaron fascinados con la idea, menos Zahir, quien no pudo refutar porque sería sospechoso. Así, no tuvo más remedio que aceptar y asegurarse que entendía todo lo que iba a hacerse, incluso cuando se ofreció a ser él quien capturara un lobo para que la senescal hiciera su magia.
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La lealtad de tu traición.
FantasíaGael recuerda la primera vez que vio esos ojos azules. *** Gael corre por el bosque. Persigue el olor a petricor y canela que, está seguro, pertenece a su alma gemela. La ha esperado por siglos, confiado en que al verlo irá con él a su manada para...