Capítulo IX

45 6 1
                                    

Zahir quedó preocupado por lo que dijo Gael. Estaban a punto de descubrirlo, lo que significaba que todos sus deseos de estar juntos se irían al olvido y ellos asesinados frente a sus pueblos como ejemplo para aquellos que traicionaran a su gente. Tomó la perilla de la puerta de la habitación que usaba como oficina para sus labores cuando esta se abrió y frente a él apareció Asim. Zahir siempre se fijaba en su ojo más claro y luego notaba la expresión de su mirada en general, que como siempre era seria.

—Buenos días —saludó con un ligero tono de burla en su voz. Zahir lo miró de arriba abajo y pasó a su lado ingresando a la habitación. El senescal cerró tras él y el vampiro se aseguró de escucharlo lejos para recién suspirar de molestia.

—¿Qué estaba haciendo aquí? —preguntó a Noah, de pie tras el pequeño escritorio asignado para él; encima nada más que unos libros que leía para su entretenimiento y una pila de hojas con información del clan de Caruso.

—Me acompañó desde el estudio del príncipe Ezra.

Zahir apretó la mandíbula.

—¿Te mandó a llamar?

—Fue a ti a quién quería ver —respondió Noah sentándose, tomando la pluma que descansaba sobre los papeles y dejándola a un lado—, pero no tuve más remedio que ir en tu lugar. No le gustó para nada —añadió con un mohín.

Zahir se acercó a su propia silla para dejarse caer en ella, suspirando frustrado, agotado. Estaba perdiendo la calma y todo se le escapaba de las manos. No solo descubrirían a Gael en su aldea, sino que a él mismo en el clan. Era imperativo ser más cuidadoso para dejar de llamar la atención.

—¿Dijo algo?

Noah asintió.

—Te quiere cerca, Zahir, tanto como para poder respirarte en la nuca.

Suspiró resignado una vez más. Eso iba a ser un problema. Era la primera vez que Ezra lo quería tan cerca.

—¿Y fue idea suya o del inútil del convertido?

—Creo que de Asim —replicó—, lo vi susurrarle algo antes de que el príncipe me hablara.

Golpeó el escritorio con el puño, con la frente doliéndole de lo fruncida que estaba. Ese Asim siempre fue un incordio, pero últimamente lo estaba siendo más. Debía quitarlo de en medio.

—¿Crees que sospeche algo?

El temor en la voz de Noah lo hizo sentir culpable. Al vampiro no le faltaban motivos para estar preocupado, porque su cabeza también rodaría cuando se revelara su lazo peculiar con el licántropo. Zahir no se perdonaría el que Noah sufriera las consecuencias de algo que él no planificó.

—Debe sospechar que oculto algo, pero ignora qué. Es imposible que lo sepa, no tiene cómo averiguarlo.

—¿Y si te sigue? ¿O pide que te intercepten antes de salir? ¿Qué harás?

Zahir miró a su arconte a los ojos con decisión.

—Lo que se acordó hacer, Noah: negar que sepas algo y prepararme para lo que sea que venga.

La firmeza en su voz lo sorprendió a él mismo y se repitió, como cientos de veces antes, que eso era lo correcto. Sin embargo, sin importar las veces que se lo dijera, no estaba preparado, y nunca lo estaría, para ser ejecutado. Fregó su rostro en un intento para deshacerse de la amargura que la visita de Asim le dejó y se acercó para contarle a Noah lo que Gael le informó. Desde que empezaron sus salidas de noche para verse con el garou*, cada vez que regresaba y le contaba algo a Noah lo hacía escribiendo. Era molesto y una pérdida de tiempo, pero así no se preocupaba de que alguien pudiera escucharlos. Una vez transmitido el mensaje el papel pasaba a ser cenizas. Sobre todo, ahora que era tiempo de empezar a dejar todo en orden para el momento en que se debiera marchar. Zahir confiaba en que Noah podía encargarse de todo, estaba más que capacitado para hacerlo.

Ellos se conocían desde que eran unos ancillas** y entrenaban juntos en la guardia del príncipe de aquellas épocas. Era obligación de todo vampiro saber manejar una espada y en uno de esos entrenamientos se conocieron. Su amistad fue fácil de darse: Zahir no hablaba mucho, pero era muy bueno escuchando y a Noah le gustaba hablar. Desde entonces, y en los siglos siguientes, estuvieron juntos, como los amigos que no tuvieron antes. Cuando Zahir halló a su pareja destinada unos cuatrocientos años después, el primero y único en saberlo fue Noah. El menor lució muy sorprendido, pero no juzgó la naturaleza de su mate, ni le dijo que era imposible o que cometía traición. Noah lo apoyó, lo alentó a que luchara por el pulgoso hasta que pudieran estar juntos. Incluso cuando le informó de todos los finales trágicos que halló cuando estuvo en la biblioteca Noah no perdió esperanzas. Fue su fuente de optimismo en las décadas en que no supo nada de Gael, y continuaba siéndolo ahora. Le dolería dejarlo.

Cuando se aseguraron de que todos los papeles necesarios eran cenizas, Zahir le pidió a Noah un informe de lo que habló con Ezra. Era una visita a otro de los clanes que quedaba cerca. Zahir exhaló, sorprendido de lo que su primo quería hacer: su propio imperio.

Estaba más que claro, considerando que estaba ofreciendo conocimiento a cambio de recursos. Ezra no tenía nada que perder si los otros se negaban. La verdadera pregunta era para qué. No iba a creer que era solo por recursos porque los de Caruso eran útiles solo para comprar cosas de los humanos, mientras que Irene no ofrecía ningún recurso tangible, sólo apoyo si Ezra llegara a necesitarla, y con los de Félix iba a conseguir magia. Esa última era más útil que las demás.

Tomó los papeles en los que Noah tomó notas de lo que el príncipe dijo y las analizó. No eran más que regalos y formas para recibir al príncipe del clan, pero esperaba que entre ellas hubiera un detalle que le dijera qué era exactamente lo que quería. Despidió a Noah cuando el amanecer apareció en el horizonte y él continuó con su trabajo, organizando a grandes rasgos el recibimiento del príncipe Félix.

A mediodía, según el reloj, dejó todo de lado, vencido por el cansancio. A pesar de él, no pudo dormir. Pensaba en Gael, en todo lo que podría salir mal si la situación de ambos empezaba a complicarse. Sin embargo, el miedo no iba a paralizarlo. Gael planificó un plan de escape, una ruta que con ligeros cambios sería viable para poder avanzar por ella hacia una nueva vida juntos, solo faltaban unos pocos detalles y la fecha concreta para irse. A Zahir todavía le faltaba encargarse de algunas cosas, además de delegar sus funciones a Noah para que el clan no se desmoronara sin él. Y buscar una manera en la que el sol no lo lastimara.

Pero ya llegaría el momento de preocuparse de ello. Lo que necesitaba era dormir, sentir un poco de alivio de la pesada noche que tuvo, y se concentró en pensar en Gael. El lobo, su lobo, lograba calmarlo. Le daba mucha paz.

 Le daba mucha paz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Notas:

*garou

Palabra francesa "loup-garou" que quiere decir "hombre lobo"

** ancillas

Un vampiro "adolescente", habitualmente entre uno o dos siglos de edad; el ancilla ya no es un neonato, pero aún no es un antiguo 

¡BUENAS NOCHES!

Me aparezco recién por aquí porque apenas tengo internet. Al parecer se dañó el módem, o algo en los cables, sepa Dios qué se dañó, pero ya lo solucionaron. Y aquí estamos :D

Acabo de hacerles unas aclaraciones de algunos términos que debí hacer hace mucho, pero mejor tarde que nunca, ¿no?

Nos vemos el otro lunes! :D

La lealtad de tu traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora