Capítulo V

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Gael apenas terminó de colocarse su camiseta cuando el estómago le rugió. Abrió por completo los ojos debido a la sorpresa y los dirigió hacia Zahir, quien lo miraba de la misma manera.

—¿Ese fue tu estómago? —El rugido fue como un gruñido suyo, y a pesar de estar muy impresionado asintió—. ¿No has comido?

—Sí comí —replicó avergonzado, arreglándose la ropa—, un poco de pan y unas verduras.

Dirigió su mirada hacia los árboles esperando que notara que no deseaba continuar con esa conversación, pero no funcionó.

—¿Qué ustedes no comen carne?

Gael suspiró resignado y afirmó, ya estando de frente.

—Pero para esta época los venados y jabalíes no abundan por la aldea y no tenemos permitido cruzar los límites sin autorización. Los pocos conejos que hay cerca son cazados para los cachorros y la familia del alfa.

Se encogió de hombros y se sentó en el suelo, al lado de un pequeño grupo de hongos cafés que crecían por las raíces de un árbol. Esta vez estaban en el bosque, escondidos por el follaje del mismo y atentos a todo lo que se movía alrededor. Gael arrancó una pequeña hoja de maleza, escuchando su estómago rugir de nuevo y esta vez sí sonrojándose.

—¿Por qué no cazas uno ahora?

Elevó la mirada hacia el vampiro todavía de pie. Su expresión era seria, su rostro impasible la mayoría del tiempo, pero era el tono de su voz el que le indicaba a Gael de qué modo estaba diciendo las cosas, y lo que decía no era una broma.

—¿Cazar uno ahora? —Zahir asintió—. Pero es de noche.

—Bueno... Yo puedo cazarlo para ti, si quieres —añadió encogiéndose de hombros.

Gael se petrificó en su sitio. La idea de Zahir cazando para él lo asustaba, porque sabía que los de su especie eran crueles y eso le recordaba lo que Zahir era. Durante todo ese tiempo en el que estuvieron juntos jamás pensó en él cazando para comer, o bebiendo sangre de algo o alguien para sobrevivir. Solo pensaba en él como su pareja, no como una sanguijuela.

Tragó grueso.

—¿De verdad lo harías? —susurró temiendo la respuesta.

El vampiro asintió.

—¿O prefieres venir conmigo?

La opción de cazar juntos le provocó un escalofrío, tanto por miedo como por emoción. Su lado racional, el más humano, le grito que presenciar aquello sería un evento traumático difícil de olvidar; su lado menos racional, el lobo, que era una buena idea para fortalecer el vínculo. Eso era algo común en parejas de licántropos para conocerse un poco más y saber cómo iba a ser el mantener una familia, pero esto era muy diferente.

—Iré contigo —aceptó con resignación, porque quedarse solo significaba peligro.

Dejó la ropa doblada al lado de los hongos, con la esperanza de recordar su ubicación más tarde, y se transformó en lobo, mentalizándose para lo que sea que fuera a ocurrir. Se sobresaltó al sentir las manos de Zahir sobre su cuello.

—Trata de seguirme el paso — antes de salir corriendo.

Gael gruñó y corrió por entre los árboles, creyendo ir en la misma dirección que Zahir. Era difícil para él seguirle el paso cuando sus velocidades eran diferentes. Después de correr por unas decenas de metros logró divisar al vampiro, este moviendo su cabeza hacia la izquierda en señal de que debía ir hacia allá. Gael lo siguió. Corrieron otro poco hasta igualar velocidades y cuando Zahir empezó a desacelerar y frenar, Gael lo imitó. Lo único que el lobo escuchaba era el ruido de las aves nocturnas, y lo único que veía era arbustos. Zahir lo miró y señaló con la cabeza hacia al frente.

La lealtad de tu traición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora