EL ARTE DEL HERRERO

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               Tenía que darme prisa, en un par de días empezaría la feria de las armas en el país del hierro. Todo el mundo acudía de distintos lugares solo para comprar su equipo allí, las armas eran excepcionales, su hierro diferente al de otros países, más resistente y el diseño del forjado precioso, cada herrero hacia obras de arte con sus manos.

                Debía llevar cuidado, seguramente acudirían ciudadanos de la hoja, no podía dejar que me viesen.

                A mi mente aparecieron añorados recuerdos de mi infancia, recuerdos donde a Naruto le gustaba transformase en mujer para sacar de quicio a los adultos, era un Jutsu de transformación muy sencillo que solían enseñarnos en la escuela.

- Has elegido una gran Katana ¿sabías? yo prefiero las armas más grandes y pesadas, pero he de reconocer que las pequeñas tienen su encanto, es igual de preciosa que tú ¿sabes usarla? Si quieres te puedo ayudar. - ¿me estaba piropeando un desconocido? ¿de donde había salido este tipo? esa sonrisa se parecía a la que ponía Naruto cuando estaba insoportable. 

- Creo que me acabo de enamorar de tus ojos, ese color verde no te hace justicia ¿Cómo te llamas? Me preguntó.- Demonios, se me olvido cambiarlos también. 

- Suiguetsu.- gritaron a lo lejos.-¿que estas haciendo?.-Gracias a dios una mujer pelirroja con gafas y un muchacho bastante grande y corpulento venían tranquilamente acortando nuestro camino .

                 La muchacha me observó un momento y se puso a discutir con el chico al que  interrumpió hacia escasos segundos. En ese preciso instante aproveché para escaparme desapercibidamente antes de que me descubriesen. 

                 Estaba empezando a oscurecer y tenía hambre, me adentré en una taberna que había no muy lejos de donde estaba, la verdad es que me sentía cómoda en ellas, al final me había acostumbrado, la gente hablaba casi gritando, reían, bebían y contaban historias ¡los hombres eran unos completos cotillas! me hizo un poco de gracia al pensarlo, hombres con apariencia  robusta, sucia y de barbas descuidadas, siendo unos cotillas.  

                 Como siempre solía ponerme en una esquina lo más apartada de la gente, quería pasar desapercibida, además de que me ayudaba a tener un campo visual mas completo que por ende me permitiera observar mejor a la muchedumbre que se encontraba en el local. 

                  Cuando levanté la mirada del plato, me di cuenta de que el grupo de esta mañana había entrado a la taberna, esta vez se les había sumado un nuevo integrante. ¡vaya por dios! ¡que suerte la mía! con todos los sitios que habían y tenían que parar en este. 

                  El encapuchado que iba con ellos, a mi parecer tardó en apartarme la mirada unos minutos bastantes largos. ¿sabrá quien soy? ¿ me habrá reconocido? ahora que lo pienso, me parece que ya nos habíamos visto en otra parte pero no recuerdo donde.

                 Antes de que los demás se diesen cuenta, me puse la capucha de la capa, deje dinero en la mesa, agarré mi nueva Katana y salí tranquilamente y sin llamar la atención del lugar. 


PROMESAS (sasusaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora