15. Una ducha, urgente.

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Steven

Realmente me sorprendió bastante encontrarme a Madelen en el aeropuerto, pero me alegra muchísimo que se decidiera a venir conmigo, eso me deja ver qué está comprometida a tener una relación conmigo.

Hacemos el respectivo registro y dejamos nuestro equipaje en dónde corresponde, mientras esperamos a que nos llamen para bordar, nos vamos a la cafetería a desayunar algo ligero ya que mamá me ha informado qué me ha guardado desayuno.

Le mando un breve mensaje de texto a mamá para que sepa qué no voy solo, a lo que responde enseguida dejando ver lo emocionada que está por esa noticia.

Justo cuando terminamos de tomar nuestro café escuchamos por los altavoces que nos toca abordar, hacemos nuestra respectiva fila y entregamos el boleto de primera clase, algo que la sorprende ya que no se había percatado.

—Es más lo que hemos tardado esperando para abordar, que lo que vamos a durar volando —me dice viendo a su alrededor.

—Siempre que pueda te daré lo mejor, así sea por solo cinco minutos, lo mereces —le respondo invitándola a sentarse.

Cuando pasa frente a mí, la detengo, está sonrojada por mi comentario, me encanta verla así, pongo mi dedo índice bajo su mentón y sin que ella lo espere le robó un beso.

Debido al clima tardamos un poco más en llegar, pero pese a ello, el vuelo lo pasamos genial conversando, bromeando un poco y hasta cierto, podría decir que, nos hemos acercado un poco más, me encanta estar con ella, hace que cada momento sea especial.

Al llegar a nuestro destino, nos encontramos con mis padres que estaban esperando por nosotros, mamá enseguida abraza a Madelen de una forma que nunca espere, después lo hace conmigo, notando que tiene lágrimas en sus ojos.

—No se imaginan lo feliz que me hacen el que estén aquí, pero me falta alguien ¿dónde está la pequeña Alana? —pregunta buscando a la niña.

—Se quedó con su papá, cuando salga de vacaciones la traeré —explica Madelen.

—Vámonos a casa, allá nos está esperando un desayuno exquisito y podremos hablar mejor —propone papá mientras que ayuda a Madelen con su maleta.

Nos fuimos los cuatro hasta donde papá dejó estacionado su carro y nos vamos directo a la casa. Cuando llegamos mi mamá lleva a Madelen hasta la que será su habitación, para que ella deje sus cosas, voy tras ellas para dejar mi bolso en mi habitación, para sorpresa de ambos, la que era mi habitación ahora es una biblioteca y mamá solo preparó una habitación de huéspedes.

—No tienen porque verme de esa manera, sé que la pareja de hoy día duermen juntos, así que no se sientan apenados por nosotros —nos ve a ambos sin entender nuestras reacciones.

—Mamá, ella y yo solo somos amigos, hasta el momento, lo más apropiado es, que por ahora, estemos en habitaciones separadas —trato de explicarle.

—Déjense de tonterías los dos, la vida es muy corta para que se anden con tantos rodeos, es obvio lo que sienten el uno por el otro, son incapaces de ocultarlo, ahora vámonos a desayunar, tengo hambre —sale de la habitación un poco molesta.

—No te preocupes, lo resolveré, además que sólo pasaremos una noche aquí.

Madelen está nerviosa, además de asustada, me limito a abrazarla y dejar un beso en su frente, para luego salir de la habitación en dirección al comedor.

El día transcurre mejor de lo esperado, mis padres disfrutan de nuestra compañía, los veo reír a cada momento y eso hace que mi corazón se llene de alegría y más al saber qué no estoy solo, qué Madelen está a mi lado.

Cuando la noche empieza a caer, llega mi hermana con mis sobrinos y cuñado, haciendo qué esta reunión suba de nivel.

—Mamá, ¿estás llorando? —mi hermana se acerca a ella asustada.

—Es que estoy tan feliz de tenerlos aquí, es lo que toda madre desea, ver a sus hijos con su familia propia, felices y disfrutando de cada momento junto a quienes aman.

Mi hermana la abraza y mamá extiende su mano hacia Madelen integrándola al abrazo.

—No te atrevas a dejar escapar a Madelen o tu madre es capaz de viajar a Toronto a darte el jalón de oreja que nunca te dió de niño, se ve que es una buena muchacha que ha pasado por momentos muy difíciles, pero que no ha perdido la fe, se nota lo que siente por ti así como tú sientes algo por ella.

—Lo sé papá, ella es la mujer que durante muchos años estuve buscando para mí, es solo que ha pasado por tanto qué temo asustarla, aún tiene heridas que sanar y debo darle su espacio para que lo haga.

—En ocasiones, para sanar lo que necesitamos es estar con la persona correcta, no tanto el estar solos, así que déjate de tonterías y hazla tu esposa.

Las chicas se van a la cocina a preparar algo para cenar, mi cuñado está jugando con el par de terremotos y papá y yo estamos sentados tomando una bebida caliente.

Pienso en lo que ha dicho papá y tiene razón, no puedo darme el lujo de sentarme a esperar, el hecho de que esté aquí es un gran paso por parte de ella, ahora debo darlo yo.

La veo interactuar con mamá y mi hermana, está feliz y eso me llena de una manera inexplicable.

La hora de irnos a dormir ha llegado, he descubierto que la otra habitación de huéspedes la ha ocupado papá. Madelen ya se encuentra en nuestra habitación, hablaré con ella para que duerma en la cama y yo en el suelo, no hay otra opción.

Toco antes de entrar, pero no escucho respuesta, abro la puerta con cuidado y no la encuentro, debe estar aun en el baño. Coloco mi bolso sobre la cama y saco mis cosas, escucho que se abre la puerta del baño y sale Madelen secando su cabello con una toalla y tiene puesto un sexi vestido rojo de encaje, solo cubre pequeñas partes de su cuerpo dejándome anonadado.

—Steven, no te escuche entrar —coloca la toalla frente a ella intentando taparse.

—En mi defensa, he tocado la puerta varias veces, tú no escuchaste.

Me es imposible quitar la mirada de su cuerpo, percibo un leve temblor en su cuerpo, caminó despacio hacia ella, evitando que salga corriendo espantada. Sostiene la toalla con ambas manos como si su vida dependiera de ello. Coloco mi mano sobre la de ella, logrando que suelte la toalla.

—Eres hermosa, nunca te avergüences, no tienes por qué —sus pupilas están dilatadas, sus labios se separan en busca de aire.

—Steven, yo no... —titubea.

—Shhh, no va a pasar nada si tú no quieres —doy un paso atrás, devolviéndole su espacio personal— utiliza la cama, dormiré en el piso.

Voy por mis cosas que deje en la cama, coloco mi bolso a un lado y entro al baño, necesito una ducha de agua fría urgente.

Mi amor de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora