17. Utilizas a tu hija

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Elvis

Al fin es domingo y lo único que quiero hacer hoy es relajarme y disfrutar de mi pequeña. Ya es media mañana, Alana ya debe estar por despertar así, que me levanto de la cama para preparar un desayuno rápido, quizás un sándwich y una malteada para mi pequeña y un café para mí.

Estoy terminando de preparar el desayuno cuando escucho que la puerta principal es abierta, algo que me extraña, me asomo rápido en caso de que sea un ladrón o algo así, para mí sorpresa es Pilar, se me olvidaba que ella tiene llave, la noto un poco extraña, cómo nerviosa, me acerco a ella sin comprender qué sucede, aún en alerta.

—Hola Pilar, ¿Cómo estás? —echo un rápido vistazo afuera y cierro la puerta.

—Hola, necesito hablar contigo —me esquiva la mirada.

¡Espero que no sea otra de sus tretas!

Escucho que la niña viene bajando las escaleras y giró hacia ella cargándola en brazos, le doy los buenos días y le indico que en el comedor ya está su desayuno servido.

—Siéntate y cuéntame qué sucede —le pido sentándome frente a ella.

—Esta noticia me ha caído como un balde de agua fría, honestamente no me lo esperaba, no hay forma fácil de decirlo, no sé cómo esta noticia te va a caer —traga grueso. Sus manos tiemblan levemente.

—Deja los rodeos y cuéntamelo de una buena vez ¿De qué noticia me estás hablando? —le pido una vez más sintiendo agotar mi paciencia.

Busca en su cartera y cuando lo encuentra me lo entrega, lo reconozco al instante, es una prueba de embarazo casera, al darle la vuelta observó el resultado. Positivo.

—Vamos a ser padres, estoy consciente de que esas pruebas pueden fallar, pero no quiero ir sola mañana a hacerme el chequeo, me gustaría que fueras conmigo —me pide.

A Pilar le desagrada ir a hospitales, por un mal episodio en su infancia.

—En la mañana tengo una reunión importante, en cuanto salga me comunico contigo, creo que en hora del mediodía estaré desocupado —pienso un poco del día que tendré mañana, sin duda voy a tener que aplazar algunas reuniones o pedirle a los chicos que vayan por mí.

—En caso de ser positivo ¿qué vamos hacer? no pienso salir adelante sola con un bebé —me pregunta nerviosa.

—No lo vas hacer sola, estoy contigo en esto —le aseguro, evitando que perciba el trago amargo que siento en este momento.

—Bien, entonces me voy. Espero tu llamada mañana —se pone de pie con cuidado.

—¿Ya desayunaste? —pregunto por cortesía

—Aún no, he tenido muchas náuseas.

—No te preocupes eso es normal, Madelen estuvo así el primer mes, pero sé algo que quizás te pueda ayudar, ven con nosotros al comedor. No le digamos a la niña hasta estar seguros, no quiero que se ilusione con una falsa alarma —le pido invitándola a caminar hasta el comedor.

Al entrar al comedor, ya la niña está por terminar su desayuno, Pilar saluda a Alana mientras que mi pequeña solamente se limita a sonreír, una sonrisa forzada, las cosas entre ellas dos nuevamente se han puesto algo tensas.

Después de desayunar, la niña me pide que la lleve al parque, le pido que suba a cambiarse. Poco después, suena el timbre, al parecer hoy es el día de las visitas. Voy a la puerta para saber quién es, mi padre está del otro lado y con una cara de pocos amigos. Al abrirle pasa por mi lado sin saludarme.

Mi amor de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora