18. Tendrás un hermanito

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Steven

Comienzo mi semana feliz, sintiéndome renovado, como nuevo y todo gracias a Madelen. Esta mañana al despertar lo primero que hice fue llamarla para darle los buenos días y saber cómo había amanecido, además de quedar con ella para el almuerzo, solo espero no ser un poco pesado con todo esto y que ella no se vaya a sentir agobiada por mi presencia.

Mi buen humor es palpable ante todos, incluso mi secretaria mostró curiosidad. No creo que exista algo que pueda arruinar mi buen humor.

No tengo ni cinco minutos de haber llegado a la oficina cuando veo entrar al señor Gregory como molesto, espero que no tenga nada relacionado con la compañía.

—Hola Steven, necesitamos hablar —parece león enjaulado caminando de un lado a otro, se le ve bastante alterado.

—Supongo que debe ser una mala noticia, porque ninguna buena comienza con un "tenemos que hablar" —sospecho que mi buen humor se va a ir al demonio.

—Así es, ¿sabes del empresario coreano que te había mencionado? Bueno el día domingo en la mañana me lo encontré, resulta que me dice que va a declinar la cita de hoy con nosotros porque ya consiguió con quién iniciar su proyecto, y es nada más y nada menos que con Elvis —escupe el nombre de su hijo con rabia.

—Sí ese es el caso, debemos de averiguar quién fue el que le paso el dato de ese empresario y tomar acción sería respecto a eso, solo los socios sabían de esto y nadie más —cierro los ojos por unos segundos, intentando mantener la compostura.

—Ambos sabemos bien quién fue, Robinson. Ya sabía yo que no se quedaría de brazos cruzados, ¡ese canalla!

—Todos nuestros contratos tienen cláusulas, que incluso los socios, deben de respetar. Es hora de hacer una reunión y hacer respetar dichas cláusulas, el hecho de que ellos no estén de acuerdo con sus decisiones, no pueden vender la empresa al mejor postor.

—Pasaré el comunicado de la reunión, en una hora en la sala de juntas —me informa y sale de la oficina.

Nada de lo que haga Elvis me sorprende, ha demostrado ser un hombre sin escrúpulos, no le importa a quién tiene que pisotear, quitar del medio y manipular para lograr su objetivo, sí lo hizo con Madale y lo ha hecho con sus padres, lo puedo hacer con cualquier, pero todo tiene límites y esos límites hay que empezar a colocarlos.

Le pido a mi asistente que ruede las reuniones qué tenía, para así tener el tiempo para ir a la reunión y que esto no interfiera con mi almuerzo con Madelen, hoy será un día largo y agotador.

A la hora acordada me dirijo a la junta, la mayoría ya se encuentra aquí, algunos están tan relajados y tranquilos, sin entender el motivo de esta reunión, mientras qué hay unos dos o tres que su cara los delata.

—Ya que estamos todos aquí empecemos para no perder más tiempo. Como todos sabemos estamos a la espera de poder lograr un contrato con el empresario coreano, es un cliente que nos va ayudar a escalar, introducirnos en el comercio asiático, pero debido a unos traidores que tenemos aquí en la empresa, ya eso no va a ser posible —el señor Gregory no le quita la mirada a Robinson.

La cara de sorpresa de la mayoría no se hace esperar, incluso conversan entre ellos demostrando que no entienden qué ha pasado, en cambio los implicados en que esto esté pasando se ven de soslayo, imperturbables.

—Por tal motivo, —tomo la palabra— queremos una de dos cosas, que entreguen su cargo y salgan inmediatamente de aquí o esto va a ir a asuntos legales —veo a los implicados atentamente, demostrandoles que no estamos jugando— cuando uno entra a la sociedad de esta empresa se firma un contrato, el cual tiene cláusula que hay que respetar y estamos dispuestos a hacerlo cumplir, no nos quedaremos de brazos cruzados.

Mi amor de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora