Madelen
Para ser lunes el día transcurrió tranquilo, los clientes de siempre pasaron por su aperitivo de todos los días. Terminaron la jornada, sin muchos contratiempos, logrando completar los pedidos y entregarlos dejando más que satisfecho a los clientes y ese es el deseo de toda pastelera.
—Jefa ya tenemos todo listo para cerrar —le informa Pía entrando a la oficina.
Se le nota bastante cansada, ojerosa y hasta un poco demacrada, Madelen ha intentado ayudarla, pero siempre quiere resolver sola sus problemas. Apaga todo, dando por terminado el día de trabajo.
—Genial, entonces vámonos —recoge sus cosas, se cerciora que todo en la oficina quede en orden y salen de la pastelería.
Se despide de cada uno de sus empleados y le da un aventón a una de las chicas que se dirige por la misma vía que tomará Madelen. Conversan de todo un poco, haciendo el camino más ameno.
Después de dejar a Violeta en la entrada de la residencia donde vive, se va a casa de la señora Teresa por la niña. Apenas estaciona el carro frente a la casa, mi Alana sale a recibirla dándole un fuerte abrazo.
—Hola princesa hermosa ¿cómo te fue hoy? —le pregunta a la pequeña llenando su carita de besos.
—Bien mami, me divertí mucho con mis abuelos —le responde con una hermosa sonrisa en su rostro.
Sale la señora Teresa corriendo al ver a la pequeña salir de la casa, aunque han hablado con ella sobre eso, suele hacer oídos sordos, logrando que el matrimonio se lleve sus buenos sustos de vez en cuando.
—Hola Madelen, pasa —le invita la señora Teresa viéndolas desde la puerta con una sonrisa cálida en su rostro.
—¿Cómo están? —Pregunta Madelen al entrar, el señor Gregory se acerca a ella saludándola con un fuerte abrazo.
—Muy bien Madelen, más ahora que mis días de retiro se están acercando —le cuenta entusiasmado.
Aunque al inicio de la relación que tuvo con su hijo no la veía como la nuera ideal, cuando se permitió conocerla que el que no era el ideal es su hijo, Madelen siempre ha sido demasiada mujer para un hombre como él. Aunque es su hijo, decidió quitarse la venda de los ojos, ver más allá.
—Ya no veo la hora de que así sea, queremos ir a las islas vírgenes —agrega emocionada la señora Teresa.
—Me alegro mucho por ustedes, se lo merecen después de todo lo que han tenido que pasar, es momento de que vivan y disfruten su relación como debieron hacerlo desde hace mucho tiempo atrás.
Madelen se alegra muchísimo por ellos, la señora Clara les arruinó la felicidad una vez y ya no podrá hacerlo de nuevo. Para ella, los abuelos de su hija son el vivo ejemplo de lo que significa amar y luchar por la persona.
Se sientan en la sala, la pequeña se le sienta en las piernas a su mamá mostrándole una pulsera que hizo con la abuela.
—Tú debes estar contenta, ya que ha regresado —le comenta el señor Gregory con una sonrisa, tomándola por sorpresa.
—¿Regresado? ¿Quién? —le pregunta sin comprender de qué está hablando.
—Pensé que a la primera persona a la que visitaria al regresar sería a ti, Steven está aquí, desde hoy asumió el puesto de director general de la empresa —le informa dejándola anonadada— disculpa si fui imprudente, quizás llego muy tarde y no pudo ir a verte. Como también que esté preparandote una sorpresa y ahora lo he arruinado.
—Quizás ha estado ocupado, usted mejor que nadie conoce de eso —dice con un nudo en la garganta— gracias por avisarme, ahora debo irme estoy cansada, mañana debo trabajar —se excusa para retirarse, esa noticia le ha dañado la noche.
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Mi amor de primavera
RomansaHa pasado un año desde la ultima vez que se vieron, muchas cosas han cambiado desde entonces. ¿Podrá el amor vencer la barrera del tiempo? Tanto Madelen como Steven tendrán que descubrirlo en cada giro del destino.