Madelen
Apenas cruzo la puerta principal de la pastelería, todos voltean a verme, como si me hubiese realizado algún cambio en mi cabello o en mi forma de maquillar, haciendo que me sienta un poco incómoda
—Buenos días jefa, hoy se ve diferente... más fresca, feliz, joven.
Me comenta una de las chicas acercándose a mí.
—Tiene un bonito brillo en la mirada —confirmada Jetzi.
—Es que está enamorada, no hay otra explicación —no podía faltar Pía.
—Deberían ir al médico, son ustedes las que están viendo mal.
Me voy a mi oficina a recoger unas cosas que se me quedaron para decirme otra pastelería, la que construyó para mí es Steven antes de irse a París.
Una vez que tengo todo lo que necesito me despido de las chicas las cuales continúan bromeando conmigo haciendo que me ruborice un poco.
Esta vez llegar a esta pastelería ya no es una tortura, no siento esa misma tristeza o nostalgia cuando entró, sino todo lo contrario, cada rincón tiene un hermoso recuerdo, algunos un poco subidos de tono, pero que ahora me sacan una sonrisa y no una lágrima. Por ejemplo, mi oficina fue una de los primeros lugares en quedar listos, un día nos quedamos hasta muy tarde y empezamos a besarnos subiendo la intensidad cada vez más, la ropa empezó a desaparecer de a poco, cuando de pronto escuchamos un fuerte golpe y luego varias cosas caer, nos asustamos un montón, Steven se vistió más rápido y dejándome encerrada por seguridad, se fue a ver qué sucedía, resultaron ser unos gatos que habían tirado al suelo una caja con herramientas.
—¿Qué estás recordando que estas tan risueña y esa mirada pícara?
Steven está en el marco de la puerta de mi oficina.
—¿En qué momento llegaste?
Tomo un poco de agua, ¡Qué vergüenza!
—El tiempo suficiente para deleitarme en tus reacciones mientras recordaba lo que estuvimos a punto de hacer esa noche.
Se acerca a dónde estoy y me hace poner de pie, me abraza dejando un suave beso en mi cuello que me hace estremecer.
—Cuéntame algo, ¿Llegaste a tener citas mientras estuve en París?
—Mi padre empezó a concertarme sitas seis meses después que te fuiste, por lo menos una a la semana, pero no hubo uno que me hiciera sentir cómoda o por lo menos que quisiera volver a salir con él.
—Soy un hombre único, además que ningún otro te va amar como yo —coloca sus manos en mis mejillas acercando nuestros rostros— es tan difícil tenerte tan cerca y no tocarte, besarte y luego ver esos ojos hermosos con brillo único y especial.
Mi corazón empieza a latir desbocado sintiéndome como hielo a la intemperie, rodeo su cuello con mis brazos, esta vez soy yo quien inicia, sintiéndome de pronto diferente, con ganas de tomar las riendas y que sea él el que tiene que controlar su corazón, el que siente sus piernas apunto de fallar y el estómago una manada de animales.
—Me encanta verte así, tomando las riendas, siendo tú sin limitaciones. Nunca te voy a juzgar por ello, en mi encontrarás un amigo, te apoyaré en cada una de tus metas o locura, Yo estaré a tu lado en los días buenos y en los malos.
Sus palabras me conmueven hasta las lágrimas, las cuales limpia con delicadeza para después envolverme entre sus brazos.
—Ya casi es medio día, te acompaño a buscar a la pequeña y luego vamos a comer.
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Mi amor de primavera
RomansaHa pasado un año desde la ultima vez que se vieron, muchas cosas han cambiado desde entonces. ¿Podrá el amor vencer la barrera del tiempo? Tanto Madelen como Steven tendrán que descubrirlo en cada giro del destino.