Capítulo 04

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Las cosas no podían haber salido peor.

Filch los llevó al despacho de la profesora McGonagall, en el primer piso, donde se sentaron a esperar; sin decir una palabra. Brielle temblaba. Excusas, disculpas y locas historias cruzaban la mente de Harry y Draco, cada una más débil que la otra. No podían imaginar cómo se iban a librar del problema. Estaban atrapados. ¿Cómo podían haber sido tan estúpidos para olvidar la capa? Pensaba Harry. No había razón en el mundo para que la profesora McGonagall aceptara que habían estado vagando durante la noche, para no mencionar la torre más alta de Astronomía, que estaba prohibida, salvo para las clases.

¿Draco pensaba que las cosas no podían estar peor? Estaba equivocado. Cuando la profesora McGonagall apareció, llevaba a Blaise.

—¡Draco! —estalló Blaise en cuanto lo vio—. Iba a advertirte que Potter y Weasley te estaban siguien...

Draco negó violentamente con la cabeza, para que no hablaran más, pero la profesora McGonagall lo vio. Lo miró como si echara fuego, una mirada amenazadora, sobre los seis.

—Nunca lo habría creído de ninguno de ustedes. El señor Filch dice que estaban en la torre de Astronomía. Es la una de la mañana. Quiero una explicación.

Ésa fue la primera vez que tanto Draco como Brielle no pudieron contestar a una pregunta de un profesor. Brielle miraba fijamente sus zapatillas, tan rígida como una estatua.

—Creo que tengo idea de lo que sucedió —dijo la profesora McGonagall—. No hace falta ser un genio para descubrirlo. El joven Malfoy citó a la señorita Roux en la torre de astronomía y le hizo saber a los señores Potter y Weasley, y que estos fueran a confirmar si era cierto, así el señor Zabini los atrapaba. Lo he descubierto. Supongo que no pensaron en cómo esto afectaría a la señorita Roux.

Draco captó la mirada de Blaise y trató de decirle, sin palabras, que negara aquello. Pero Blaise estaba lo suficientemente asustado como para captar el mensaje.

—Estoy disgustada —dijo la profesora McGonagall—. Cinco alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca he oído una cosa así! Tu, Brielle Roux, pensé que tenías más sentido común. Y tú, Harry Potter... Creía que Gryffindor significaba más para ti. Draco Malfoy, pensé que no le gustaba meterse en problemas. Los cinco tendrán castigos... Sí, ustedtambién, Zabini, nada le da derecho a dar vueltas por el colegio durante la noche, en especial en estos días: es muy peligroso y se les descontarán cincuenta puntos de Gryffindor y Slytherin, mientras tanto Ravenclaw solo perderá veinte puntos.

—¿Cincuenta? —resopló Harry.

—Cincuenta puntos cada uno —dijo la profesora McGonagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda.

—Profesora... por favor...

—Usted, usted no...

—No me digas lo que puedo o no puedo hacer; Harry Potter. Ahora, vuelvan a la cama, todos. Nunca me he sentido tan avergonzada de alumnos de Gryffindor.

Draco estaba disgustado, es seguro que fueron atrapados por culpa de los dos Gryffindor, habían arruinado su momento con Brielle. Dirigió su mirada hacia ella y vio cómo tenía sus ojos cristalizados, quería llorar. No quería que ella llorara, sintió un nudo en su estómago al verla así.

Salieron del despacho de la profesora McGonagall y cada quien se dirigió a su respectiva sala común, no sin antes dirigirle una mala mirada al dúo de Gryffindor. Draco se despidió de Brielle con la mano recibiendo una corta sonrisa por parte de ella. Suspiro emocionado, después de todo, pudo hablar con ella sin paralizarse del miedo y nervios.

My Dear Ravenclaw | Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora