Capítulo 05

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—¡No lo puedo creer! — escupió con furia. Metía con fuerza sus libros en su bolso.

Todo lo contrario con Blaise, Theo, Crabbe y Goyle, quienes metían sus libros con calma y escuchaban atentamente las quejas del platinado.

—En parte fue gracias a ti, de no ser por qué prácticamente lo retaste a seguirte... — Blaise guardó silencio al ver la mirada que le dedicó el platinado. Estaba furioso, lejos de conseguirle un castigo a Potter, le consiguió un lugar en el equipo de quidditch.

—Flashback—

—¡Miren! —dijo Draco, agachándose y recogiendo algo de la hierba—. Es esa cosa estúpida que le mandó la abuela a Longbottom.

La Recordadora brillaba al sol cuando la cogió.

—Trae eso aquí, Malfoy —dijo Harry con calma. Todos dejaron de hablar para observarlos.

Draco sonrió con malicia.

—Creo que voy a dejarla en algún sitio para que Longbottom la busque... ¿Qué les parece... en la copa de un árbol?

—¡Tráela aquí! —rugió Harry, pero Draco había subido a su escoba y se alejaba. No había mentido, sabía volar. Desde las ramas más altas de un roble lo llamó:

—¡Ven a buscarla, Potter!

Harry cogió su escoba.

—¡No! —gritó Hermione Granger—. La señora Hooch dijo que no nos moviéramos. Nos vas a meter en problemas.

Harry no le hizo caso. Le ardían las orejas. Se montó en su escoba, pegó una fuerte patada y subió. El aire agitaba su pelo y su túnica, silbando tras él y, en un relámpago de feroz alegría, recordó la practicas de vuelo que le impartió su padre. Era fácil, era maravilloso. Empujó su escoba un poquito más, para volar más alto, y oyó los gritos y gemidos de las chicas que lo miraban desde abajo, y una exclamación admirada de Ron.

Dirigió su escoba para enfrentarse a Draco en el aire. Éste lo miró asombrado y molesto.

—¡Déjala —gritó Harry— o te bajaré de esa escoba!

—Ah, ¿sí? —dijo el platinado, tratando de burlarse, pero con tono preocupado.

Harry se inclinó hacia delante, cogió la escoba con las dos manos y se lanzó sobre Draco como una jabalina. Draco pudo apartarse justo a tiempo, Harry dio la vuelta y mantuvo firme la escoba. Abajo, algunos aplaudían.

—Aquí no están Crabbe y Goyle para salvarte, Malfoy —exclamó Harry, parecía que Draco también lo había pensado.

—¡Atrápala si puedes, entonces! —gritó. Giró la bola de cristal hacia arriba y bajó a tierra con su escoba.

Harry vio, como si fuera a cámara lenta, que la bola se elevaba en el aire y luego comenzaba a caer. Se inclinó hacia delante y apuntó el mango de la escoba hacia abajo. Al momento siguiente, estaba ganando velocidad en la caída, persiguiendo a la bola, con el viento silbando en sus orejas mezclándose con los gritos de los que miraban. Extendió la mano y, a unos metros del suelo, la atrapó, justo a tiempo para enderezar su escoba y descender suavemente sobre la hierba, con la Recordadora a salvo.

My Dear Ravenclaw | Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora