¿Cómo puedes diferenciar la realidad de una simple ilusión?
Tratar de sobrevivir a la escuela es tarea fácil, pasar desapercibido es una tarea más difícil para Bulma. Seguir con su vida rodeada por la soledad ha sido el trabajo que se ha propuesto.
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Y cómo si fuera una película, mi retorcida mente comenzo a ver cosas que no recordaba para nada.
Me vi a mi cubierta de sangre, sonriendo de una manera casi enferma.
Escuche gritos que me hicieron gruñir de dolor.
Páginas en blanco que yo leía, un final que nunca existió.
Mis amigos que se alejaron de mi al verme cubierta de sangre.
No pararon, siguieron hasta traerme a este momento.
Una punzada de dolor se marco en mi pecho y no podía creer que ese monstruo era yo, pero ahora lo estaba viendo. Me levanto torpemente empujando a Yamcha de mi camino, dirigiéndome hacia la ventana.
Necesitaba aire, lo necesitaba.
El frío golpeó mi rostro de forma que esperaba me calmara.
De pronto unas manos sujetaron mis hombros, rápidamente giré mi cuerpo para ver a Yamcha, sintiéndome y acercándose; — ¿lo ves? Nos necesitamos, Bulma.
Ahora con mi mente llena de la verdad, negué con fuerza y lo empuje, haciéndolo retroceder, — ¡no! Soy una maldita cínica si quieres, pero no puedo estar contigo luego de acosarme de esta manera, no estas bien mentalmente. — iba alejarme, tomar mis cosas y simplemente irme, buscar a Vegeta.
Una fuerte punzada de dolor me atraviesa, siento la mano de Yamcha sujetando mi cabello y de pronto, empujándome contra la ventana. Cubrí mi rostro, pero el golpeé fue tan fuerte y rudo que los cristales cayeron conmigo al suelo. Estaba aturdida.
Respire agitada, el ardor en mis manos se hizo presente y el fuerte dolor se plasmo en mi cabeza.
Jadeó con dificultad, me corte mis rodillas y mi frente ardía, — ¡maldita sea! — ladeó mi rostro, encontrándome con él.
— Mira lo que me obligas hacer... — murmuro, para luego negar con su cabeza y darme una sonrisa, — ven amor, hay que irnos. — sin darme tregua se inclino para ayudarme.
Nada de esto es lo que creí que seria...
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