❅ Capítulo XII: Contra corriente ❅

408 22 3
                                    

~ CONTRA CORRIENTE ~

Arianna

El aire que respiraba en Luna nueva en los días fértiles, era distinto a cómo solía ser en Creciente. Era cierto que el deseo sexual resultaba ser mucho mayor de lo que en criaturas como nosotros era usual. Aquellos días eran bastante complicados de sobrellevar, pero cuando llegó la tarde supe que aquí la cosa era más intensa. Las diferencias eran entendibles, a los miembros de Creciente se nos había inculcado el autocontrol como un principio.

Yo, Arianna Volk Pierce, era como un animalito curioso merodeando por el bosque a altas horas de la noche. Ya me había acostumbrado, y me gustaba, pero esa madrugada era distinta. Cualquier humano podía escuchar el mínimo ruido con facilidad ante la ausencia de sonido.

Me encontraba caminando despreocupadamente con la intención de volver a la mansión, sentía miedo y no podía evitar recordar las palabras de Stefan cuando hacía alusión a que nunca se sabía totalmente de lo que una persona era capaz, que podrían haber cerdos merodeando por ahí, que no había estado bien el hecho de que yo hubiera salido de la mansión a esas horas. Ya se me había vuelto costumbre, pero aquellas circunstancias eran diferentes, yo iba contra corriente pero sabía lo que todos estaban buscando en esos momentos. Por eso había decidido pasar esa noche en la mansión. Podía encerrarme en la cabaña los días próximos, pero antes debía ocultar mi olor para que los machos no me notaran. Ese antídoto de Adalia Sierich era una maravilla, gracias a Lo divino había agregado algunas dosis a mi equipaje.

Inhalé el aire helado mientras avanzaba a paso lento. La aurora me alumbraba el camino trazado por mis propias pisadas; el color verde se asemejaba a mis ojos, aquel pensamiento me hizo sonreír, sin embargo, también un ligero violeta decoraba el cielo. Mis botas se hundían al pisar, sentía que caminaba sobre una nube hecha por la nieve compacta que se encontraba en el suelo.

Saqué la mano derecha del bolsillo de mi abrigo, al instante se posó en mi mano esa pequeña maravilla formada por cristales de hielo que se agrupaban en una estructura única y simétrica. Enfoqué mis ojos y pude observar su forma detalladamente.

Cada copo de nieve era un tesoro efímero que caía del cielo, su belleza radicaba en su compleja y delicada estructura. Variaciones con ramificaciones y filigranas. Cada uno de los seis lados estaba decorado con patrones únicos, como pequeñas estrellas o hexágonos concéntricos, que se repetían de manera perfecta en cada una de sus ramificaciones. La geometría perfecta del copo de nieve era asombrosa, ya que cada uno de sus cristales de hielo se unía con precisión para formar una estructura armoniosa. A pesar de su diminuto tamaño, podían contener una belleza inmensurable.

Cinco segundos después se había derretido. En su fugaz existencia, me recordó la belleza efímera de la naturaleza y la perfección que puede haber en cosas que parecían tan simples y pequeñas.

Levanté la mirada al cielo, con una sensación cálida en el pecho.

Di un paso más, con la intención de continuar mi camino, pero me detuve al oír las fuertes pisadas que con prisa se escuchaban cada vez más cerca de mí.

Mi respiración se agitó.

No sabía qué hacer, si quedarme ahí parada o correr; la segunda opción era la más lógica si notamos el hecho de que era el primer día de la semana de celo. ¿Y si era un macho? El patrón de las pisadas hacía notar que se trataba de un solo animal, y si andaba solo a estas horas...

Das kann einfach nicht sein... «Ese simplemente no puede ser el caso.» —susurré.

Por puro instinto de supervivencia, miedo, temor (y todo lo que describiera mis circunstancias) me transformé y corrí de vuelta a la mansión.

Insomnio © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora