❅ Capítulo IX: Flor del desierto ❅

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~ FLOR DEL DESIERTO ~

Stefan

Para mí se había convertido en una clase de deporte el observar los entrenamientos de Ryan. A pesar de que aquel ventanal oscuro lo había instalado con la intención de vigilar al antiguo entrenador (gracias a que me inspiraba cero por ciento de confianza) en esos días había sido más una entretención que una clase de vigilancia.

Mi hijo con Arianna era como un adolescente enamorado. Cuando estaba cerca de ella su atención le pertenecía totalmente, su entrenamiento se había convertido en uno de sus mejores momentos del día, además de jugar con sus amigos y asaltar la cocina. No podía negar que ella le hacía bien, se la pasaban de maravilla e incluso a ella le cambiaba el semblante serio que solía mantener la mayor parte del tiempo.

Aún no superaba la sorpresa que me invadió cuando mi cuñada dejó un frasco de la anestesia en sus manos. Era más que consciente de que enviaba dosis a varias manadas, entre ellas Creciente, pero me era difícil asimilar que alguien tan joven tuviera que sufrir la maldición. Eso debía ser incorrecto, debía estar mal ser condenado al dolor a penas un año después de alcanzar la adultez, a penas un año después de haber encontrado a aquella persona destinada.

El saber aquello me había vuelto consciente de todas las cosas que había tenido que vivir a su temprana edad. Si bien era cierto que los tropiezos eran los que nos volvían más fuertes, que los errores eran los que nos hacían madurar y que el dolor era quien nos ayudaba a crecer; me preguntaba ¿cómo ella había podido resistir haber perdido a su compañero y a su madre al mismo tiempo? ¿Cómo seguía luchando por vivir? Si yo desde la muerte de mi mujer había deseado irme a la otra vida solo para volver a verla. Ryan era la única razón suficiente que tenía para vivir. Si no fuera por él no podría. En cambio, ella... era tan delicada como una rosa y resistente a los golpes inesperados del destino como los cactus, que sobrevivían y florecían aún en medio del desierto.

Si bien me irritaba solo con suspirar no podía negar la gran admiración que sentía por ella.

—¿Entonces esta vez vamos a tener que buscar compañía para poder sobrevivir la semana de celo? —Una voz que conocía bastante bien irrumpió en mi despacho, sacándome de mis pensamientos.

—Sí —murmuré tras soltar un suspiro, sin apartar la mirada del entrenamiento de mi hijo.

—Oh, bueno —dijo al tiempo que se sentaba enfrente de mí—. Así que vez esta película en primera plana...

La observé. Ella estaba tan arreglada y elegante como siempre, enfundada en esos conjuntos de dos piezas y con esos tacones de varios centímetros que demostraban su dominio a la moda y al estilo. Delilah era única, una mujer despampanante e increíble que era capaz de intimidar a cualquiera con una sola mirada.

Sus ojos marrones estaban enfocados en Arianna y Ryan en su entrenamiento, pero al sentir que la observaba se centró en mí restándole importancia a las risas de esos dos.

—¿Se llevan así de bien todo el tiempo? —Preguntó.

Asentí.

—Y a mí a penas me mira —se quejó graciosa.

—Creo que le gusta para casarse con ella —dije al recordar como me suplicó que la aceptara como su entrenadora.

Insomnio © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora