T3. Capítulo 9. Lucidez terminal

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Cuando Katsuki atravesó el umbral de la habitación de la madre sultana las doctoras ya la habían socorrido. Vomitaba en un cuenco y al sultán le recordó la vez que había sido envenenado. Sin embargo, nada ni en la comida ni en la bebida reaccionó al detector.

Cayó en cama durante varias semanas.

Mitsuki sultán nació heredera de sangre imperial de una de las ramas de la familia real. Llegado el momento, fue presentada al príncipe Kai, hijo del sultán Gogo I, como prospecto a concubina.

Mitsuki dio a luz a un cachorro varón, que tres años después presentó como alfa, eso la había colocado en un pedestal para su esposo.

Katsuki, su cachorro, creció rodeado de lo mejor y siempre resultó ser excelente, ella se encargó de que su hijo fuera tan grande como su padre, igual de fuerte, igual de astuto, igual de inteligente. Kai estaba complacido.

Los primeros años de matrimonio fueron felices, ella estaba enamorada tanto que el sentimiento le permitió adoptar a un cachorro que no era suyo, la princesa Momo también se volvió su hija, también tuvo una segunda hija, que era el prospecto de omega más perfecto en la tierra.

Todo empezó a decaer cuando, a sus 12 años, Katsuki fue consciente por primera vez del funcionamiento del harem. Vio a su padre sosteniendo a otra mujer, una omega que no era su madre, fue como recibir una bofetada.

Katsuki nació con una peculiaridad maravillosa que jugó en su contra. Altruismo. Siempre fue consciente y desinteresado. No toleraba la hipocresía y detestaba la injusticia.

Katsuki de repente se volvió mejor que Kai.

Más fuerte, más astuto, más inteligente, más y más, mucho más grande.

Kai se sintió amenazado.

En alguna ocasión Katsuki recuerda que su padre le habló del miedo que tenía respecto al futuro.

"—El poder te ciega, príncipe, cuando lo tienes todo, las cosas pierden sentido, cuando no ambicionas nada, todo lo demás pierde su valor."

Recuerda haber visto la cara de su padre, perdida en la nada, como si reflexionara, sus ojos no reflejaban ninguna emoción, parecía que hablara consigo mismo más que con él.

"—No me gustaría convertirme en ese tipo de persona."

A él también le hubiera encantado que su padre siguiera siendo el mismo rey amable que fue durante sus primeros años de sultanato, pero la ambición lo cegó, Kai lo tenía todo y no quería nada, se encerró en una burbuja pudriéndose en su propio egoísmo sin importarle nada más y negándose a ver. Katsuki perdió a su padre cuando cumplió 18 y el hombre que alguna vez llamó papá lo corrió de la capital junto con su madre.

Mitsuki sufrió, todos esos años añorando al hombre que amó con su vida y la traicionó, pero ella amó mucho más a su hijo. El amor de madre no se compara con nada.

Katsuki la vio sufrir, llorar y agachar la cabeza cuando todo el mundo la pisoteo a pesar de ser una sultana. La vio aprovecharse de esa misma posición para deshacerse de los débiles y atacar a las amenazas. Él lo sabía bien, lo improbable que era que su padre solo tuviera un hijo varón. Mitsuki debió volcar su sufrimiento de algún modo, no podía culparla.

 Mitsuki debió volcar su sufrimiento de algún modo, no podía culparla

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El Sultán (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora