Después de ser raptado por los bárbaros y llevado al mercado de esclavos, Izuku se encuentra ahora sirviendo en el gran palacio del Sultán Bakugo. Perdido y desesperanzado, está dispuesto a hacer cualquier cosa por reencontrarse con su hermano y vol...
Denki no se presentó a trabajar dos días seguidos. Incluso los príncipes preguntaron por su primo Denji que no había aparecido por el palacio.
—Kirishima está muy enfermo.
Le dijo el sultán una noche de jueves.
—Denki está cuidando de él. El doctor ya lo reviso pero no sabe qué es. No parece tener razón de ser todos los síntomas que tiene. Honestamente es sospechoso, Kirishima casi nunca se enferma.
Izuku se preocupó tanto que fue a verlos al día siguiente. Ambos vivían en los terrenos del palacio en una de las grandes casas que había dispuestas alrededor.
Denki lo recibió ojeroso, con expresión intranquila.
—Está descansando, ha perdido mucho peso. Ya lo revisaron varios doctores, está empeorando rápidamente.
—El sultán me dijo que Kirishima casi nunca se enferma.
—Es la primera vez que lo veo enfermo. Es un alfa muy fuerte, ni siquiera tenemos idea de qué puede ser. Lo he considerado todo. Me estoy quedando sin opciones y lo único que me falta sospechar es que...
—¿Qué es?
Denki se inclinó hacia él en el sofá.
—Creo que lo están envenenando.
—¿Lo están?
—Aún no descubro cómo, pero no encuentro otra salida.
Con aquello en mente Denki se encargaba por sí mismo de preparar la comida, el baño, lavar la ropa, asear la casa y corrió a todos los siervos de la casa de Kirishima hasta nuevo aviso. Izuku le envió a Tsuyu para ayudarlo ya que era de su plena confianza, pero aún así ella solo se encargaba del pequeño Denji, teniendo tanto cuidado como Denki respecto a lo que comía y bebía. Kirishima comenzó a mejorar poco después, sin embargo, no completamente, se encontraba aún muy débil y dormía casi todo el tiempo.
En medio de la desesperación de Denki, Izuku comenzó a buscar por su propia cuenta algunas opciones. Hasta que encontró a quién acudir.
—Hay un hombre —le dijo la mercader de telas en el harem —es un brujo, si es veneno, él lo sabrá.
Izuku no lo dudó.
—¿Dónde lo encuentro?
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Izuku viajó solo con Rody de acompañante. Si le decía a su majestad que salía de la capital para buscar un brujo seguro no se lo permitiría. Pero él tenía un muy mal presentimiento respecto al estado de Kirishima. Si bien su relación con él no era de buenos amigos, Kirishima sí significaba mucho para Denki y para Katsuki.
La mujer lo envió cerca de los límites de la capital, había un bazar todos los viernes, de artículos que no se ven en un bazar común y corriente. Había animales que no se comen, muertos, vivos o solo las pieles, garras, escamas, caparazones, plantas de extraña apariencia y abundaban los frascos de barro cuyo contenido sólo quedaba en la imaginación, no había ropa, ni puestos de comida, ni la típica bulla de un pueblo en mercado. Toda la gente miraba y compraba en silencio, hombres y mujeres embutidos en telas oscuras, algunos no permitían que se les viera ni el rostro y a los que sí no cruzaban mirada con nadie.
