T3. Capítulo 1. Ceremonia de coronación

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Me gusta mucho esta primera parte de la tercera temporada, estoy escribiendo la segunda y última, y está siendo una tortura total.
Hay personajes nuevos que tendrán la introducción más adelante, podría resultar confuso pero así salió de mi corazón, lo siento.
Espero que disfruten está parte tanto como yo disfrute escribirla.

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13 años después.

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La ceremonia de coronación, el evento más importante del año, daba inicio en pocas horas. El reino entero estaba de fiesta pues con las celebraciones de la familia real se acostumbraba cancelar impuestos, regalar despensas y repartir oro, para que la gente compartiera la felicidad del sultán y estuviera en sus oraciones.

Los príncipes llevaban el título toda su vida pero, cuando el sultán lo consideraba apropiado, se les coronaba oficialmente como príncipes del imperio, esto como un aviso para el sultanato de que los herederos estaban listos para gobernar.

Tras dicha ceremonia el heredero al trono tomaba parte en las decisiones del imperio y asumía una posición política que el sultán le asignaba según lo considerara apropiado. Se llevaría a cabo una audiencia entre el sultán y su hijo para designar su nuevo cargo. Designación que no se haría si el príncipe seguía tan desaparecido como esa mañana.

Todos en el harem preparaban lo indispensable para la fiesta y el banquete de celebración, incluso la plazuela dónde se llevaría a cabo la ceremonia ya estaba lista. Mientras los omegas corrían de un lado a otro acomodando y adornando, Izuku, embutido en un perfecto caftán blanco de mangas largas que le estrechaba la cintura, fingía calma mientras recorría los pasillos en busca de su hijo mayor que no había aparecido desde el desayuno.

Cuando Gogo apareció por la esquina del pasillo y lo vio con la misma cara de preocupación, supo que ni sus hijos habían tenido éxito.

—No puede ser, el día más importante decide esconderse.

El segundo príncipe se acercó a su madre. En los últimos años había pegado el estirón más impresionante de todos, era apenas unos centímetros más bajo que el hermano mayor e Izuku ya no recuerda cuándo fue la última vez que miró a su hijo hacia abajo.

El príncipe Gogo era tan alto como su padre y exactamente igual a él. El mismo perfil, los mismos ojos rojos, el mismo cabello, lo único que los hacía diferentes era precisamente la diferencia de edad, Katsuki, a sus 45 años tenía el porte de un gobernante con plena y extensa experiencia y el príncipe, a sus 16, tenía la complexión y el humor de un adolescente.

Izuku se preguntaba si el destino habría sido injusto con él. De todos sus embarazos, el segundo había consistido en esperar 9 meses por la copia exacta de su esposo.

—No pude encontrarlo madre, Yuu e Ikuya también lo buscan, nadie tiene idea de dónde puede estar.

Izuku se tomó la falda con los puños y la soltó inmediatamente con miedo a arrugarla, pero no pudo evitarlo, las manos le sudaban de los nervios.

—Tendré que decírselo a tu padre.

—Mamá no te inquietes, estará bien, Kai nunca se ha saltado ni un deber y mira que he intentado convencerlo.

Izuku lo miró mal, pero suspiró inmediatamente después. Ya lo sabía.

—Iré a ver al sultán, sigue buscándolo.

Ambos continuaron por caminos separados.

Gogo caminó de regreso al pasillo de los salones, a su hermano mayor le gustaba pasarse por allí a revisar viejas notas de vez en cuando, sobre todo en su tiempo libre. Cuando entró a la biblioteca avanzó entre los estantes apenas viendo desde fuera y cuando llegó al final, el vistazo que dio fue tan rápido que por poco no nota el cabello rizado ocultó detrás de la estantería.

El Sultán (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora