Capítulo 9. Veneno

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Al día siguiente regresaron al palacio principal. Tras la llegada del sultán se celebró por fin la fiesta de bienvenida. Hubo baile y una cena deliciosa, Izuku pasó la noche solo pero con la tranquilidad de que Katsuki estaba cerca.

Mientras tanto a quien no le cabía la calma estaba a punto de caer en la locura.

—Maldito sea, espero que muera al dar a luz.

Deseaba Kokomi en voz alta dando vueltas en su habitación. Desde que se enteró del embarazo del omega peliverde su humor había estado insoportable.

Gritaba a sus sirvientas por casi cualquier cosa, tanto había sido el maltrato que la sultana madre había tenido que ir ha hablar con ella porque todas las chicas querían suicidarse de la desesperación. Se turnaban para asistirla y nadie pasaba con ella mas de una hora. Nadie excepto Imu. Las palabras tranquilizadoras de la sultana Mitsuki sirvieron poco y nada.

Kokomi no solo sentía dolor, sentía rabia. Ella siendo una sultana no había podido concebir a su bebé. Tomó todas las precauciones y aún así lo perdió. El dolor se revolvió con la ira al saber que Izuku, que no solo se había vuelto favorito increíblemente rápido, sino que además tomó su primer trimestre prácticamente como una broma. Y por si fuera poco ahora Mitsuki creía que solo se merecía lástima y acudía a ella para decirle "Tranquila, ya podrás hacerlo tú" pero no, Kokomi no podía, no quería a Katsuki cerca. Ni siquiera se dio cuenta en qué momento empezó a sentir repulsión por el sultán pero ya no lo quería. Lo único que le quedaba era permanecer a su lado con la pequeña esperanza de que su descendencia quedara dentro de la familia del sultán y quizá algún día ella tomara el lugar de la madre sultana pero con Izuku esperando al primogénito solo le quedaba rezar porque diera a luz a una niña.

—Tengo que hacer algo.

Imu se acercó a la mesita cerca de los sofás para echar algunas gotas de algo a una taza de té de jazmín. Kokomi la miró un momento. Ella contó tres gotas, revolvió un poco y le ofreció la taza.

—¿Qué le haz puesto?

—Es una medicina que recetó la doctora, es muy fuerte, le ayudarán a relajarse.

—¿Es fuerte dices?

Ella asintió. —Por eso solo debo poner tres gotas, en cantidades excesivas sofocan el corazón.

Kokomi miró la botellita de cristal primero con algo de miedo, luego miró su taza y sus ojos tomaron un color diferente. Se volvió hacia Imu y le ofreció sentarse a su lado.

—Imu, ¿tu harías lo que sea por mi?

Ella sonrió. —Lo que sea mi sultana.

Kokomi tomó el frasco y se lo entregó.

—Quiero que lo mates.

Imu vio el frasco en su mano asustada. —Pero sultana, eso es un delito grave, si me descubren podrían matarme.

—No, no es así. Para empezar no tienes que hacerlo tú, consigue quien lo ponga por ti y si llegan a descubrirlo, solo tienes que negarlo. La madre sultana estará de mi lado, diremos que el dolor no me deja estar en paz, pensaran que la tristeza me está volviendo loca. Ni siquiera el sultán hará algo. Anda.

La peli azul ánimo a Imu a salir con la botella en la mano.

La peli azul ánimo a Imu a salir con la botella en la mano

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El Sultán (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora