Epílogo

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Año 1569. Capital de Zalama. 

El sultán Kai Bakugou II, el magnífico, era por mucho el mejor sultán que había existido en Zalama. Ni su padre ni su abuelo ni todos sus ancestros juntos, eran tan maravillosos como él.

Su esposa, la sultana Nozomi, era la sultana más bondadosa que existió nunca. Y le traía felicidad al pueblo ese día, con el anuncio de su embarazo. Zalama tendría un heredero pronto.

Los impuestos se cancelaron por todo un mes, se festejó, se cantó, se bailó y se brindó en todo el imperio por el futuro príncipe.

Tras el trago amargo que había dejado la abdicación del antiguo sultán Katsuki los príncipes habían unido fuerzas para mantener al estado a salvo, poderoso y magnífico como ningún otro.

La herencia de puestos se prohibió, ganaría el puesto quien demostrara merecerlo. Es por eso que, el príncipe Gogo era ahora también Gran Visir del imperio, mano derecha de su majestad. Y justo como prometió alguna vez, estaba felizmente casado con un lindo omega peli negro.

El príncipe Ikuya con ahora 17 años, empezaba formalmente su entrenamiento en el extranjero gracias al apoyo que recibía del rey Todoroki, le permitió cruzar el mar hasta Kaohi y entrenar de la mano con su alto mando, el Comandante de las fuerzas navales. Planeaba regresar a casa con los conocimientos suficientes para entrenar y capitanear las fuerzas navales de Zalama que residían en Fuhanken, que esperaban ansiosas a un comandante.

Los gemelos, Katsuo y Katsuro, que habían vuelto recientemente de, nadie sabía donde, decidieron unirse a las tropas de su cuñado Daiki, para ser entrenados, juraron ante el sultán y su consejo, volverse los conquistadores de Zalama más grandes por tierra. Ambos eran un equipo invencible en tácticas y estrategia, nadie dudaba que lo lograrían.

—Los Mangdalí se arrepentirán, por todo lo que hicieron —declararon, durante su presentación al pueblo, despertando gritos de júbilo.

De sus primos no había mucho que decir. Denji que fue entrenado para seguir los pasos de su padre y ser leal al imperio, forma parte del nuevo consejo de su majestad, él junto con su hermana son dueños y administradores del complejo de Hospitales Públicos que financiaron el antiguo gran visir y su esposo que, se habían retirado a una largas vacaciones.

Yuu se había casado, con Daiki, el nuevo capitán de los ejércitos de Zalama. Ahora era presidente de la fundación del anterior Haseki sultán y se hacía cargo del enorme complejo que construyó como última voluntad antes de desaparecer. Llevaba meses planeando además muchas iniciativas para instaurar leyes del derecho omega y la remodelación del hospicio, del que ahora sus primos Keiko y Yamikumo se encargaban, Zalama se había vuelto refugio para todos los omegas que viven en malas condiciones, recibían familias enteras y madres solteras junto a sus cachorros desde todas partes del mundo.

La gente estaba feliz, los príncipes que había dejado el anterior sultán eran buenos líderes, se preocupaban por su pueblo, a diferencia del sultán que sin avisar ni advertir, un día, hace casi 5 años, simplemente dijo:

—Me voy, Zalama estará mejor en otras manos.

Y desapareció.

Al menos para el pueblo era así. Algo bueno tenía que salir de él.

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Año 1569. Bosque de la provincia de Safta. Imperio de Zalama.

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Una niña de largo cabello rizado color verde se encontraba recostada sobre la hierba, dormitando sobre la manta de flores bajo su cuerpo. A lo lejos escuchaba el tarareo de su madre.

El Sultán (KatsuDeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora