Capítulo 11: Verdades.

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—¿Qué demonios estás diciendo? —Kayler se alteró y tomó a Gadreel del cuello.

—¡Por favor cálmense! —me interpuse entre los dos. Estoy harta de verlos discutir.

—Carolina... —sentenció Kayler. Quise decirle algo pero ni siquiera pude.

—Yo... no estoy embarazada —confesé porque es la verdad. A estas personas les dieron información falsa. —Todo esto es una equivocación.

—No es posible —dijo el hombre en el altar—Estamos seguros de que esperas un bebé.

—¿Como pueden saber eso? —les pregunté.

—Porque lo sentimos. —miró mi panza— hay algo ahí.

Miré a Kayler quien tenía la mirada en el piso.

—Están locos —di media vuelta para salir de ahí.

—¡Carolina, espera! —escuché la voz de Gadreel pero no le hice caso. Quizás solo quiere ayudarme pero no así. Corrí lo más que pude lejos de allí, aunque me haya adentrado al bosque yo sola. Por más que corría no me cansaba, son ventajas de ser loba. Pero me detuve cerca de unas rocas y allí me senté.

—No puedo estar embarazada —me dije a mi misma—Es imposible.

Si lo llegase a estar... su padre es Kayler porque nunca he estado con nadie más que con el. Llevé mi mano a mi estómago pensando... pero luego la quité porque no quiero un bebé justo ahora, no puedo tampoco. Kayler ya tiene su hija.

—Carolina.

Salté del susto en mi mismo lugar y miré al susodicho: Kayler.

—¿Me estás siguiendo?

—Tienes que darme una explicación—me dice, poniéndose frente a mi de brazos cruzados. —¿Es cierto lo que dijo Gadreel?

—¿Qué? —fruncí el ceño—Por supuesto que no.

Pareció sentir alivio.

—¿Estás...?

—Kayler, no, es imposible ya que apenas ayer estuvimos... —tragué grueso—... juntos.

Me da pena hablar de estas cosas, más cuando llevamos años separados. ¿Cómo hemos podido sobrevivir años separados?

—Tienes que saber que los embarazos humanos no funcionan igual que el de lobos —explica—Simplemente sucede, la panza crece rápido y en menos de nueve meses puedes estar dando a luz.

Me asusté con lo que dijo.

—¿Qué? —ahora sentí un nudo en la garganta.

Se sentó a mi lado.

—Es mejor que vayamos al médico y salgamos de dudas. —quiso tomar mi mano pero no lo dejé.

—Kayler... yo... —lo miré—... no quiero tener un hijo tuyo.

Lo lastimé, si, su mirada se entristeció, sus facciones se cayeron y miró al piso. Soy una idiota por decirle estas cosas. Pero es que es la verdad, el ya tiene una hija y con eso le basta, yo no quiero que mi bebé sea el que menos atencion tenga.

¡Soy una idiota!

—Kayler...

—Está bien —se pone de pie— pero no podemos olvidar que existe la posibilidad de que lo estes así que vienes conmigo a las buenas o a las malas. —me tomó del brazo de manera brusca y me hizo caminar por el bosque.

—Suéltame —zarandeé— Me lastimas —mentí, porque no puedo sentir tanto dolor como antes. —Kayler, no quiero ir a ningún hospital.

—Pero lo harás —zanjó. Esta enojado, lo sé. Cuando llegamos frente a su casa me metió a la fuerza a su auto y él se montó al asiento conductor, arrancó y manejó a toda velocidad por la carretera.

Embarazándome del lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora