Capítulo 24: Sospechas

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—Entonces alguien está divulgando información confidencial —admití—eso es terrible, ¿Kayler lo sabe?

—Todos sospechan.

En ese momento un pensamiento se vino a mi mente: Gadreel. En algún momento él me había dicho que tenía el poder sobre la mente de las personas. Claro, después de todo es un demonio. Tragué grueso al pensar en eso. Gadreel no puede estar haciendo esas cosas, sabiendo que también estoy en peligro yo. Quizás el no pero su grupo o sus amigos sí. No confío en ellos. En realidad todos los demonios están en la tierra, es solo que la gente humana no los ve y mucho menos cree, si a mi me dijeran tampoco creería. Estamos rodeados de maldad y no lo notamos.

—¿En que piensas? —Anne me sacó de mis pensamientos.

—En Gadreel. Alguna vez me dijo que podía controlar la mente humana.

—¿Crees que ha sido el?

—No, no creo —respondí segura. —No sería capaz.

—No deberías de confiar tanto, Carolina.

Estábamos en la salida del pueblo prácticamente. ¿A donde va Kayler y Kylie? Me mordí el labio inferior porque la duda me está matando. Kayler se detuvo frente a la casa de Elias. No puede ser. Me detuve a una distancia considerada para evitar ser vista.

—¿Qué hace aquí? —pregunta Anne.

—No lo sé. ¿Vendrá a verse con Piper?

—Tal vez. Quizás le quiere dejar en claro que no se meta contigo.

—No creo que sea eso. Vamos —me bajé del coche.

—¿Qué? ¿A donde? No estarás pensando en acrecernos, Carolina, nos olerían.

—Eso es lo malo —le dije—¿Qué hacemos? —miré a todos lados tratando de buscar algún camuflaje que nos pudiera ayudar a pasar desapercibidas.

—Hay algo que nos puede ayudar —me dice, señalando un enorme lago de lodo.

Miré a Anne con horror.

—Así no nos sentirán, solo era una idea.

Lo pensé mejor, la curiosidad era más grande que pasar vergüenzas.

—Está bien, hagámoslo —asentí, con un nudo en la garganta. Anne y yo nos acercamos al lodo, empecé a echarme en todo mi cuerpo, en la cara, brazos y piernas. Apesta. —No sé en que estoy pensando —creo que ya estaba arrepentida.

—Apresuremonos —dice Anne. Las dos avanzamos hacia la casa lentamente, dejando huellas de lodo detrás de nosotras. Fuimos por la puerta trasera, típico están abiertas. Avanzamos lentamente hasta entrar.

—Las cosas no son así —escuché la voz de Piper. En ese momento nos detuvimos e hicimos silencio. —En ningún momento he dicho algo.

—Pero pasó y alguien tuvo que haber sido, alguien que nos quiere dañar. ¿Quien podría saber dónde cazamos?

Parece que Kayler vino a reclamarle a Piper sobre los cazadores. Eso me hizo sentir un poco mejor porque no vino por otra cosa.

—Créeme, Kayler, si quisiera dañar a Carolina lo haré con mis propias manos.

Rodé los ojos.

—No dudes que lo haré. Carolina se pudo haber quedado contigo pero no me quitará a Kylie.

—Nadie te está quitando a tu hija. —espetó Kayler.

Tu hija.

Me sorprendió que dijera y no nuestra.

¿Y que he visto? La llevaste a vivir con ella ahora y eso no lo puedo permitir. También es tu hija, Kayler Brown.

—Es suficiente —se metió Elias—No discutan más, Kylie está aquí.

—Yo solo vine a eso, Piper, estás advertida, créeme, llegaré al fondo de este asunto.

—Soy una loba también y me afecta si hay cazadores. Mejor deberías averiguar con los angeles, ellos tienen ese poder —le dijo Piper.

—Nos vamos.

Le hice señas a Anne de que también era hora de irnos, salimos rápidamente de la casa antes de ser vistas. ¿Y ahora como se supone que entraremos al coche con este lodo encima? Cuando llegamos al coche nos adentramos, arranqué rápidamente y me fui de allí con el corazón latiendo rápido.

—Parece que no somos las únicas que pensamos en Gadreel —comentó Anne—Creo que ese chico está en problemas.

—Tendré que buscar a Gadreel pero no sé dónde se está quedando.

Recordé la montaña en donde estuvimos aquella noche, seguro allí se queda. Manejé a toda velocidad antes de que me alcanzara Kayler y se diera cuenta.

—Tenemos que ir a casa a cambiarnos, no podemos ir a ver los locales en estas fachas —me dijo Anne en tono muy calmado. ¡Había olvidado ese pequeño detalle! Anne esta muy ilusionada con su local de cafetería y no quiero hacerla sentir mal por andar en mis cosas como siempre.

—Si, Anne, iremos a ducharnos y vestirnos. También me gusta la idea del local —le dije, sonriendo. —Dejaremos esto para después.


Cuando llegamos a casa Anne y yo nos fuimos directo al lago. El agua estaba medio fría pero muy rica.

—Hace mucho no me bañaba aquí —dice.

—De vez en cuando es necesario.

Me hundí varias veces y nadé cerca del muelle porque no quiero ir más hondo, eso de nadar no se me da mucho. Anne sí nadaba muy bien. Necesito tomar unas clases urgente. Recordé a Connor y la primera vez que me lanzó al lago.

—¿Y esa sonrisa?

—Extraño a Connor.

—Deberías llamarlo entonces.

—Tal vez lo haga.

Cuando salimos del lago nos dirigimos dentro de la casa, a mi habitación. Le prestaría algo de ropa a Anne mientras pasa el día. Nos vestimos y maquillamos un poco, estar con ella me distaría de mis problemas y me hacía sonreír. Es bueno tener una amiga de verdad.

—Lista —le dije.

Salimos de casa en busca del coche, el nuevo destino nos esperaba.

En el camino no dejaba de pensar en Kayler y Gadreel, sabiendo que ambos podrían estarse enfrentando en este momento porque Kayler no es de los que se quedan con la duda. No volvió a casa. Estando en el pueblo me estacioné cerca del parque.

—El primero está aquí cerca —Anne y yo nos bajamos del coche. —Hay dos más en la otra cuadra.

—¿Estás segura de hacer esto? —quise saber, avanzando hacia el local.

—Claro que si. —respondió segura—Es aquí —me señaló un local más o menos grande. Es colorido, bonito y espacioso. Tiene buena presentación.

Sería una tarde larga buscando locales con Anne.

Embarazándome del lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora