Capítulo 19: Cena

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KAYLER

La camioneta de Mike se detuvo, lo cual me pareció extraño. Hizo sonar su bocina como si alguien estuviera interponiéndose en su camino. La mamá de Carolina se bajó del coche y Mike también. Pensé en lo peor.

—Quédate aquí, Kylie, iré a ver qué pasa —le dije a lo que ella asintió. Salí del coche y caminé rápidamente donde estaban Mike y la señora Lane. El auto de Carolina estaba estacionado en medio camino, la puerta del conductor estaba abierta. Corrí para revisar.

—¿Qué pasó? —inquirió la señora Lane—¿Dónde está Carolina?

Dentro del auto no había nada, la llanta de enfrente estaba ponchada. Sentí miedo por ella en ese momento. ¿A donde se fue? ¿Y si alguien le hizo esto a propósito. Saqué mi celular y la llamé pero no había señal.

—¡Maldita sea! —golpeé el coche, abollándolo.

—Tranquilicémonos y tratemos de no pensar lo peor —dijo Mike—Vamos a casa de Anne, quizás se fue caminando, no estamos lejos.

—Como sea —me di la vuelta y volví a mi auto, arranqué, pasándoles a un lado. No puedo perder más tiempo, tengo que saber si Carolina está bien. Ahora no solo está en juego su vida sino la de mi hijo. Sabía que tenía que ir con ella, no dejarla sola ni un minuto pero mi maldito orgullo fue más fuerte que yo. ¡Es mi culpa!

—¿Qué pasa, papá? —Kylie parecía asustada.

—Nada, Kylie, tranquila —traté de mantener la calma por ella pero era inevitable. Manejé lo más rápido que pude hasta llegar a la casa de Thomas. Las luces estaban encendidas, el coche de Anne y Thomas estaba estacionado en frente. —Vamos, Kylie —le quité su cinturón y la saqué del coche. Caminé rápidamente hacia la casa y toqué el timbre desesperadamente.


CAROLINA

Minutos antes...

Hmmm —me quise zafar de la persona que me tenía agarrada pero era más fuerte que yo.

—Shhh tranquila —susurró en mi oído. —Soy yo —soltó mi boca lentamente así que me giré para verlo.

—¡Gadreel! —lo empujé—No tienes idea del susto que me has dado.

—Lo siento —se rió. Gadreel usaba una chaqueta negra, iba todo de negro. —Iba pasando por aquí y te vi en apuros, quise saber qué pasaba, nada más.

—La llanta explotó—contesté—Siempre me pasan estas cosas, no me sorprende.

—No es seguro que andes por aquí sola... no después de lo que me enteré.

Fruncí el ceño.

—¿De que hablas?

Dudó en decirme pero Gadreel que no andaban con rodeos, siempre me decía las cosas por más duras que fueran. Siempre fue así, desde que lo conocí.

—Piper se enteró que Kayler y Kylie están viviendo contigo, se puso furiosa y viene en camino. Creo que esta vez te has ganado a una enemiga muy poderosa.

Rodé los ojos.

—No me sorprende, ya he lidiado con su hermana gemela, ¿recuerdas?

—No tuve el gusto de conocer a Paige —respondió. —¿A donde ibas?

—A casa de Anne, tenemos una cena.

—Vamos entonces —tendió su mano—Espera... —se quitó la chaqueta, quedando con su abdomen al descubierto, en ese momento Gadreel desplegó sus enormes e imponentes alas negras. Era algo surreal, algo tan fantástico que olvido lo que es tener un ángel caído frente a mi. Sin embargo, sé que los angeles caídos son malos y vienen con maldad en su interior. Pero Gadreel no era así.

—Tus alas siempre me han asombrado —me acerqué y elevé las manos para tocarlas. Son suaves, se siente bien hacerlo. Gadreel cerró los ojos como sintiendo placer en la zona donde lo estoy tocando. Me pareció extraño, también me sentí así. Quité mi mano de inmediato porque se había tornado medio incómodo.

—Vamos —Gadreel me tomó entre sus brazos, cargándome. Me aferré a su cuello y dejé que Gadreel nos elevará por los aires. El aire frío nos pegó en el cuerpo, íbamos un poco más arriba de los pinos, desde acá arriba no se miraba casi nada de allá abajo. Cuando llegamos a la casa de Anne bajamos. Puse mis pies en el suelo y Gadreel guardó sus alas para volverse a poner la chaqueta. —Listo, señorita. —sonrió de lado.

—Gracias, casi ni sentí el camino. Volar es mucho más rápido que manejar —murmuré.

—Claro que si.

—Gadreel, lo siento —me acerqué, recordando que se tuvo que ir de mi casa—En verdad lo siento.

—Está bien, no hay problema. Aunque no viva contigo no significa que no estaré cerca —me pincha la nariz.

Sonreí.

—¿Tienes hambre?

—Tal vez.

—Vamos, Anne no dirá nada que te haya invitado. A ella le caes bien.

—No quiero ser aguafiestas.

—No lo eres —le tendí la mano para que la tomara. Gadreel dudó unos segundos pero después asintió, me tomó de la mano y ambos nos dirigimos hacia dentro. Toqué el timbre y Anne nos abrió.

—Carolina... Gadreel, qué sorpresa verte por aquí.

—Mi auto se quedó varado en medio del camino y Gadreel me rescató. Lo invité a cenar —le dije.

—Siempre te pasa algo como eso —se medio ríe—Y claro que eres bienvenido, Gadreel, me da gusto verte de nuevo —se saludan con un cálido abrazo.

—Igualmente, Anne.

Entramos a la casa, Thomas venía bajando las escaleras. No le gustó para nada ver a Gadreel aquí pero Anne le dio una mirada de advertencia para que no dijera nada.

—Carolina... —me saludó Thomas.

—Hola, Thomas... —le devolví el saludo. Quizás seguimos enojados por la conversación que tuvimos hace unos días.

—Sin rencores —me dice Thomas—Sé que eres una mujer inteligente y tomarás la mejor decisión.

—Claro. Mamá y los demás están por llegar —les hice saber.

—Está bien, pasen al comedor —nos dice, llevándonos a la sala donde todo estaba perfectamente ordenado, habían velas, mucha comida, vino, la luz era tenue y amarilla. Todo muy elegante. Anne iba con un vestido color blanco, es corto y medio holgado, usaba sandalias de tacón blancas y su cabello iba suelto.

—Te quedó todo muy bonito, Anne —le hice saber. —Y se ve todo muy rico.

Ella rió nerviosa.

—Hice lo mejor que pude.

En eso la puerta es tocada desesperadamente, Anne se desconcertó así que corrió hacia la puerta para ver quien tocaba así.

—Anne, ¿donde está Carolina? Encontramos su auto abandonado a unos kilómetros—Kayler apareció en la sala con Kylie de la mano, iba desesperado pero en cuanto nos miró se detuvo en seco. Se veía asustado y preocupado. —Oh... creo que esta bien. —Kayler le dio una mirada asesina a Gadreel. —Muy bien.

—Kayler, ¿qué pasó...? —mamá aprecio detrás de ellos con Mike—Carolina, Gadreel, que bueno que estén bien. Me diste un buen susto. —recriminó.

—Gadreel me rescató—respondí.

—Que gustó verla de nuevo, señora Lane.

—Igualmente, cariño —mamá vino donde Gadreel y lo abrazó—Que bueno que estés aquí.

Mamá siempre ha querido a Gadreel pero sabe que Kayler es el amor de mi vida, ella no odia a nadie.

—Sentémonos —nos dijo Anne. Me senté a la par de Gadreel y Kayler se sentó a la par mía. Tengo a los dos hombres sentados a la par mía. Esto es muy incómodo. —Serviré la cena.

—Te ayudo —le dije a Anne, poniéndome de pie y siguiéndola a la cocina.

Embarazándome del lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora