Capítulo 7: Planes.

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Estoy en la parte trasera de la casa buscando unas cajas viejas para poder usarlas dentro de la casa; mamá ni siquiera me ha llamado, es obvio que no le hago falta. Escuché pasos detrás mío, me imaginé quien era.

—Carolina Lane...

—¿Estás bien, Thomas? —lo miré.

—Más o menos. Hace rato hablé con Kayler unas cosas —dice. Me tensé al escuchar su nombre.

—Pues qué bien.

—Me dijo lo que planeas hacer.

—Thomas —me sobé la sien— Por favor, no hablemos de eso, ¿si? Estoy tratando de estar relajada y tranquila. Vine aquí para poder despejar mi mente no para estresarme mas.

—Está bien —creo que se ofendió— Yo solo quiero que tomes la mejor decisión. Sé que estás dolida pero no es para tanto.

Dicho eso Thomas se fue.


Anne y yo decidimos ir al pueblo por la mañana. Me sentí como en los viejos tiempos.

—Tengo ganas de pasar por un lugar —me dice, ella es quien maneja. —Vendían unos dulces deliciosos y siempre que volvía de clase compraba unos cuantos.

—¿Como está tu hermano? —quise saber ahora que me recordaba esos tiempos.

—Está bien, con su novia en Washington.

El pueblo seguía igual que siempre, el cielo estaba nublado, el clima frío etc. Siempre me han gustado los días soleados y el verano pero últimamente prefiero los días nublados y lluviosos, es extraño. Anne se detuvo junto a una tienda más o menos pequeña, es de varios colores, llama mucho la atención. Nos bajamos y entramos. Huele a caramelo y a chicle.

—Anne Stevens —dice una chica a quien me parece haberla visto en algún lugar. Era cabello negro, tez blanca y tenía muchas percas en la cara. —Pero qué sorpresa tenerte de nuevo por aquí —la chica rodeó la barra y abrazó a Anne.

—Me da gusto verte también.

—Veo que ya no usas gafas —comentó ella.

—No, de eso estoy completamente curada.

—Me da gusto. —ahora la chica me miró—Te conozco, eres la novia de Kayler Brown.

—Era —la corregí de buenas maneras.

—Oh, perdón, seguro es la costumbre. —se notó que quiso decir algo más pero no lo dijo—¿Vienes por los mismos dulces de siempre?

—Si, ¿aún los vendes?

—Claro, a la gente les encantan.

Me fijé bien en la tienda, habían unos cuadros un poco extraños con figuras que nunca he visto en mi vida.

—Pero cuéntame, ¿cómo estás? ¿Que has hecho? —le pregunta Anne.

—Siempre en la tienda, tengo que trabajar para poder sacar adelante a mis hijos... ¿te acuerdas de ellos?

—Claro... ¿Eva y Lucas?

—Si, cuando te fuiste tenían apenas cinco años y ahora tienen diez.

—Me gustaría saludarlos.

—Están en el colegio, quizás por la tarde.

—Está bien.

La chica le dio los dulce a Anne y ella le pagó.

—Gracias, nos estaremos viendo —se despide Anne.

—Adiós —me despedí yo también. Anne y yo salimos de la tienda y Justo en ese momento un chico cruzó la calle y un auto lo atropelló. Anne y yo quedamos en shock al ver el incidente. Me quedé paralizada al verlo tirado en la carretera, la sangre empezó a esparcirse por la calle. La gente entró en pánico y la chica de la tienda también salió.

Embarazándome del lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora