Capítulo 17: Pruebas

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Cuando salí de casa ni siquiera me molesté en avisarle a mi madre que saldría. Simplemente me apresuré a montarme al coche e irme de allí. Manejé por el camino que daba a la cabaña de Thomas, es alejada de toda civilización. Pero también es grande y muy bonita. Manejé largos minutos hasta que llegué. El clima acá estaba más frío de lo normal, solo habían árboles rodeando todo y árboles en todos estos kilómetros. Estaba nublado y el lugar se veía de un tono verde por la claridad de los árboles. Me abrigué a mi misma porque hacía mucho frío y avancé a la puerta.

Toqué dos veces.

—¡Voy! —escuché la voz de Anne dentro. Segundos después me abrió—Carolina, viniste, pasa que afuera está helando.

—Gracias —entré y Anne cerró la puerta tras de mi. En este momento sentí el interior de la casa calentito, acogedor: vaya, que cambio. La casa de Thomas es rústica, tiene luces amarillas, una sala grande, chimenea, pantalla de tv y comedor grande. Me gusta. —Qué bonito lugar, Anne.

—Gracias, me encargué de decorarlo —se encogió de hombros. Anne sigue usando sus lentes. —Thomas salió al supermercado a comprar comida, pensamos quedarnos aquí un rato.

—Por mi está perfecto—le dije porque me gustaba tenerla cerca.

—En realidad me he acostumbrado tanto a Mi pueblo que... estar fuera de aquí me hace sentir incómoda. Canadá es hermoso, pero este pueblo es mi hogar. El bosque, el lago, las tiendas, la preparatoria... no quiero irme, estoy pensando en quedarme a vivir aquí. —confesó. Y la verdad la entiendo muy bien, me pasa lo mismo.

—Si Thomas esta de acuerdo puedes hacerlo.

—Thomas dice que donde sea que yo esté él está feliz.

—Ay está, asunto resuelto.

—Por eso me tomé la libertad de decorar esta casa. A pesar de que está lejos del pueblo es muy bonita y me gustaría formar una familia aquí.

Me senté a la par suya.

—¿Estás pensando en tener hijos ya? —quise saber con asombro.

—No lo sé —se sonrojó—Me gustaría estar casada antes. He estado con Thomas por cinco años y... —dudó en decirme—... me gustaría formalizar ya pero no lo obligaré.

Asentí.

—Si, entiendo. Thomas sabrá lo que hace, estás joven, Anne, no dejes que la emoción te robe tu juventud. Ya vendrá el momento para los hijos, mientras tanto disfruta estar sola y libre. Mírame a mi, ya no podré disfrutar—puse los labios en una sola línea.

—Es que tú tendrás un hijo del hombre que amas, Carolina, eso debe ser muy bonito.

—Supongo. —suspiré—Aquí están las cosas —se las entregué.

—Deberíamos de ir antes que venga Thomas.

—Está bien, vamos en mi auto —ambas nos pusimos de pie. Anne fue por el cepillo de Elias y las dos salimos de casa.  Nos montamos al auto y manejé por el bosque hasta llegar a la carretera principal. —¿Crees que Kayler se enoje si sabe lo que hacemos? —quise saber.

—No lo sé, tal vez no. Todo lo qué haces esta bien para el. Es increíble la capacidad que tuviste de enamorar a Kayler Brown, el chico más sexy y respetado de la preparatoria y toda la ciudad.

Reí.

—¿Sexy?

—Sabes que si.

—Lo odiaba.

—Quizás lo odiabas porque te gustaba.

—Si, odiaba que fuera tan arrogante pero que tuviera razón.

Embarazándome del lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora