Capítulo 15: Deseándote

668 47 1
                                    

Kayler ha hecho la cena.

Había olvidado lo buen cocinero que era, le quedó todo muy delicioso. Estábamos en la sala viendo una película mientras comíamos.

—No, Kylie, así no.

Mientras Kayler luchaba con Kylie porque no le encontraba el acomodo. Se ve que no tiene ni idea.

—Pero así me gusta a mi —dijo ella.

—No puedes comerte solo el pollo, también come ensalada. —le dijo el.

—No me gusta —hizo puchero.

—Te dije que era mejor una hamburguesa.

Kayler me fulminó con la mirada asi que me puse de pie y llevé mi plato al lavadero para dejarlo lavado. Subí escaleras arriba hasta llegar a mi habitación, fui al baño a cepillarme los dientes y ponerme la pijama. Estoy muy cansada y tengo mucho sueño. Fui a la cama y tomé mi iPad, llamaría a Anne por videollamada.

—Carolina. —contestó. Se ve que estaba en su habitación. —¿Que ha pasado?

—Ha sido un poco... difícil —confesé—¿cómo estás tú? Últimamente solo hablamos de mi y de mis problemas y no me dices nada de ti.

Suspiró.

—Bien, la verdad en mi vida no pasan tantas cosas como en la tuya. Créeme que es mejor así —se rió. Yo rodé los ojos.

—Claro, yo soy la de la mala suerte.

—Sin embargo, a veces Thomas y yo discutimos como todas las parejas. —explicó—A veces soy muy celosa, tengo miedo de perderlo.

—No lo vas a perder, acuérdate que ustedes son mates.

—Lo recuerdo, por eso mismo tengo miedo. ¿Que pasa si aparece otra chica y Thomas la siente suya? Como me pasó a mi con Apolo. Me siento muy culpable por eso.

—Apolo fue quien te alejó porque creyó que ustedes eran hermanos. No tuviste la culpa de nada.

—Sí, pero... olvídalo, no me quiero acordar de eso. ¿Que ha pasado con Kylie?

—Nada, la niña es... linda—murmuré.

—¿Solo eso? ¿Linda?

Asentí poniendo los labios en una sola línea.

—Sí, ¿que más te puedo decir? Me duele obviamente verlos juntos actuando como familia, me duele porque es una niña que no tiene culpa y me duele porque es la realidad y no una pesadilla.

—Pero estás embarazada, Carolina, le darás a Kayler un hijo también.

—Ya lo sé —me sobé la sien—Estoy muy confundida, tengo muchas cosas en la cabeza que no sé qué hacer. No quiero estresarme tanto.

—Me imagino. Mañana llegaré temprano para que hagamos lo que acordamos. Acá tengo el cepillo muy bien guardado.

—Gracias, Anne, no sé qué haría sin ti.

—Somos mejores amiga, Carolina, casi como hermanas.

—¿Has hablado con Will? —quise saber ya que yo tengo mucho tiempo de no saber de él ni de Alejandra.

—No, la verdad no tengo idea de donde pueda estar. Quizás Kayler sabe.

—Tal vez. —suspiré—Nos vemos mañana entonces —me despedí.

—Claro, que descanses.

Corté la llamada.

Puse el iPad en la mesita de noche y me cobijé, hace frío, lo único que quiero es dormir justo ahora. Cerré los ojos y dejé que el sueño me venciera.


Sentí cosquillas en mi brazo así que me removí, pero las cosquillas siguieron. Abrí los ojos lentamente para encontrarme con Kayler sentando a la par mía, observándome. Me senté en la cama de inmediato con el corazón latiéndome a mil.

—Asustas, Kayler Brown —lo molesté. —¿No sabes que no hay que despertar de golpe a una mujer dormida?

—No, no sabía.

—Pues no lo vuelvas a hacer —me volví a acostar—¿Que haces aquí? Deberías estar durmiendo con tu hija.

—Kylie duerme sola desde muy pequeña, es muy independiente.

—Ujum —cerré mis ojos. —Vete.

—No quiero irme.

—Kayler, vete y déjame dormir. Necesito descansar, ¿recuerdas? —abrí un ojo para verlo.

—Carolina, no puedo estar separado de ti, ¿acaso no lo entiendes? No puedo irme a dormir a la otra habitación y hacer como si no estuvieras aquí cerca. Necesito estar contigo para poder sentirme vivo. Déjame dormir aquí solo esta noche.

Arrugué la cara para hacerle ver mi desprecio. Por más que yo me moría de ganas de dormir con él también no podía. No debería. Dios, que confusión.

—No puedes dormir aquí, tenemos un trato.

—Carolina, ya basta —me tomó de los brazos y se subió encima de mi—Estoy cansado de tus malos tratos, no puedes perdonarme que tenga una hija con alguien más, lo sé, pero deberías de ser un poco más amable.

—Suéltame.

—No lo haré, Carolina Lane, a ti lo que te gusta es que te manden y te obliguen a hacer las cosas porque si por ti fuera no las haces. Tienes un enorme orgullo, Carolina, conmigo no deberías tenerlo. Así que me quedaré en esta cama contigo todas las noches, ¿quedó claro? —me amenazó. Se ve en su mirada oscura que habla muy en serio, también se ve que está enojado y frustrado.

—Como quieras —acepté. Kayler sonrió de lado y se acostó a mi lado—Ponte algo de pijama si.

—Me quitaré la ropa —dijo. Solo quedó en bóxers. No puede ser, que tentación.

Se cobijó con mi sábana y me abrazó.

—¡Kayler! Una cosa es que duermas conmigo y otra que me abraces, dame mi espacio —recriminé pero Kayler no me suelta.

—Duérmete, es tarde. —ni siquiera me hizo caso.

Odio que siempre se salga con la suya, es como si no tomara en serio nada de lo que digo.

Inhala, exhala. Me calmé y me relajé, sé muy bien que discutir con él es como hacerlo con una pared: no llegaré a nada. Sentir a Kayler cerquita de mi, sentir su calor, su toque en mi cintura. No se, esto es muy excitante. Kayler acercó su cadera a mis glúteos, sentí su pene en mi trasero.

¡Por Dios! Me va a dar algo. Mi corazón latió más de prisa. Mordí mi labio inferior porque se siente muy bien.

Kayler acercó sus labios a mi hombro y dejó besos mojados por mi cuello y hombros. Sé lo que hace, la verdad es que yo también quiero y deseo. No somos nada pero ¿quien dice que no pueda disfrutarlo cuando yo quiera? Kayler siguió rozando su pene en mis nalgas así que acerqué mi trasero más y más a él. Esa fue la señal suficiente para que Kayler supiera que yo también quería. Me bajó el pantalón de pijama y el calzón, sentí que el sacó su pene también. Acarició mis nalgas, acarició mi vagina. Tomó mis caderas con facilidad para acomodarme a su gusto. Fue introduciéndome el pene lento hasta que lo metió todo. Sentí fuego dentro de mi en ese momento.

—Ninguno de los dos puede resistirse —susurra, besándome el cuello. Kayler empieza a meter y sacar su pene de mi vagina, se siente tan bien. Eleva mi pierna y sigue envistiéndome una y otra y otra vez. Me toma del cabello, me toca los pechos y aprieta mis nalgas. —Voltéate —demanda. Me giro a el para quedar de frente. Me mira con esos ojos negros que tanto me gustan y me besa. Tampoco puedo resistirme a sus besos, me dejé llevar. Enrosque mis manos en su cuello y lo besé con mucha pasión. Me puse encima de el, moviéndome de atrás para adelante y a los lados. No dejé de besarlo.

—Te amo —susurra entre el beso—Y te voy a follar todos los días.

Mordí su labio inferior hasta que se desquitó dándome una palmada en mis nalgas.

No sé a qué estoy jugando.

Embarazándome del lobo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora