“Cuando estás feliz, disfrutas la música, pero cuando estás triste entiendes la letra.”Voy llegando tarde, otra vez. Genial. Esto parece un ciclo sin fin. Y para completar la mañana tengo la cara echa un desastre, parezco un mapache con estas ojeras.
No pude pegar el ojo ni media hora anoche, así que posiblemente me duerma en alguna de las clases. Como si me faltara otro regaño de algún profesor.
Como si mi vida dependiera de eso salí casi volando de mi casa para montarme en mi Toyota Corolla color gris para ir a la escuela lo más rápido que pudiera sin perder mi vida en un choque, muy importante.
Todavía estaba dormida, sentía cómo mis ojos se ponían viscos cuando trataba de enfocarlos para ver la carretera, esto no estaba bien. Encendí la radio para escuchar música y así levantarme un poco.
¿Me lavé los dientes?, ni idea. La radio empezó a sonar. No conocía esa canción, pero al cabo de un minuto empecé a tararearla mientras casi atropello a una paloma que se metió en el medio.
—¿Tú también te quieres morir hoy, he? —perfecto, ahora hablaba con una paloma que ni siquiera estaba presente.
Subí el volumen de la canción y aceleré el paso.
“Lost and insecure”
“You found me, you found me.”Después de unos veinte minutos llegué a la escuela, me sentía agotada, y eso que el día todavía no había empezado. Antes de bajar del carro saqué un corrector de mi bulto y bajé el espejo que se encontraba justo enfrente de mí, arriba del volante.
Cuando lo abrí mi mirada se encontró con el reflejo de una cara pálida, con ojos verdes y ojeras, por la falta de sueño, llena de pecas por todas partes y mechones de pelo rojo asomándose. Sí, soy pelirroja.
Espera, no les he dicho mi nombre, qué despistada.
Me llamo Karen Ortiz. Un nombre muy normal y aburrido, creo que más de la mitad de la población humana tiene mi nombre y también mi apellido, es el sueño de toda chica.
Tengo diecisiete años y estoy en duodécimo, por fin, es el último año escolar. Estoy harta de la escuela.
Tal vez tú también estés harta o harto de la escuela, ya sabes, levantarse temprano, hacer asignaciones, estudiar para los exámenes, los informes orales y todas esas cosas, pero, aunque no lo creas a mí me gusta todo eso. Es como… mi escape. Me ayuda a pensar en otras cosas, a mantenerme ocupada.
Lo que no me gusta de la escuela son las personas. En especial las chicas.
Es difícil para mí todo esto, tener que decirles lo que siento, pero debo contarles para que puedan entender mi vida, en especial el por qué odio a las chicas de mi escuela.
Soy gorda.
Sé que para ti tal vez sea algo normal. Ya sabes, todos conocemos a alguien gordo o gorda.
Pero yo soy gorda. Odio esa palabra.
No me gusta tener chichos en mi barriga. No me gusta que mis piernas sean tan grandes y obesas. No me gusta ser cachetona y mucho menos decirle a alguien mi talla de pantalón o camisa para que me regalen algo.
No me gusta cómo me quedan los zapatos, porque me quedan anchos y no me gusta ir a la playa porque estoy más expuesta a que la gente me vea tal cual soy.
Al menos aquí en la escuela siempre me pongo un jacket para que no se me note tanto mi obesidad, eso incluye los días calurosos.
Soy gorda desde pequeña. Siempre he sido más ancha que las demás chicas de mi escuela, pero ahora, pues… se me está saliendo de las manos y estoy comiendo más de la cuenta.
ESTÁS LEYENDO
Mi Ángel Guardián
Teen FictionKaren es una joven de 17 años que vive en un pueblo llamado Villa Kennedy. En lo que lleva de vida ya le ha tocado experimentar la depresión, ataques de ansiedad, el bullying y el menosprecio a sí misma. En uno de sus momentos más desesperados ella...