Capítulo 15: Vasijas Rotas

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"Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.”

“-Ahora tenemos este tesoro en vasijas de barro…”

Las clases ya habían terminado y todo lo que se podía ver ahora mismo era un tumulto de estudiantes ansiosos por salir de la escuela para montarse en sus autobuses o carros.

Durante el día había notado cierta molestia e incomodidad de parte de Suzanne. Pues cada vez que cruzaba miradas con ella me miraba de manera seria, burlona o simplemente hastiada.

En parte ya me había acostumbrado a que me mirara así, pues al parecer así era como único podía mirarme, pero imaginarme que todo eso era porque yo había hecho un buen trabajo en el examen era satisfactorio e inquietante al mismo tiempo.

Toda duda que tuviera sobre si era o no por la nota se disiparon cuando alguien me habló a mis espaldas.

—¿Ahora te crees mejor que todo el mundo?

Me volteé al escuchar su voz y miré fijamente a Suzanne.

—¿Disculpa?

—¿Que si te crees mejor que todo el mundo por haber sacado una buena nota? —repitió secamente.

—Para nada. Solo gozo de la satisfacción de haber hecho un buen trabajo.

Las palabras salieron de mis labios sin ni siquiera pensarlas. Al instante la expresión de Suzanne se enfureció más y se acercó a mí.

—¿Qué dijiste? ¿Ahora te crees que me puedes hablar como te dé la gana?

—Te hablo como te mereces que te hable —levanté la barbilla.

Ella enarcó una ceja y su expresión se tranquilizó, lo cual me puso en alerta. Luego se alejó un poco de mí con una sonrisa.

—Ya veo…

Fruncí ligeramente el ceño ante el comentario tratando de no cambiar mi mirada serena.

—¿Ahora ves qué?

—Que el haber sacado una buena nota te da algo de valentía y agallas, —ladeó la cabeza divertida— pero descuida, es cuestión de días. Porque dudo que esa nota se repita. Y eso tú lo sabes —me miró de arriba abajo—. Qué triste debe ser emocionarse tanto por sacar una sola nota considerable —dijo con una tristeza falsa—. Pero supongo que esa es la historia de tu vida, ¿no? Me imagino que ya te habrás acostumbrado a fallar tantas veces que ya ni siquiera intentas mejorar.

Soltó el aire con desdén y pasó por mi lado, pero antes de irse me miró sobre su hombro y dijo

—Esa es la diferencia entre tú y yo. Yo no me esfuerzo en ser la mejor y tú te esfuerzas demasiado en ser… tú.

Cuando abrí la puerta de mi carro me senté en el asiento y cerré la puerta de un portazo.

—¡AAHH! —grité con todas mis fuerzas con las manos en el volante haciendo que me doliera la garganta.

Siempre que creo que tengo la situación bajo control, siempre que creo que no me afectará lo que piensen o digan los demás tiene que venir alguien a darme una bofetada de realidad.

Con enojo y frustración empecé a darle puños fuertes al volante haciendo que en algunos momentos sonara el claxon. Me pasé las manos por la cara y el cabello tratando de canalizar mis sentimientos y desviar la voz de Suzanne que retumbaba en mi mente.

Luego de unos minutos, cuando estuve segura de que podía conducir, me puse encamino para mi casa, esperando que llegara la hora en que Erick viniera.

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