Capítulo 16: Tensión en el ambiente

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“La persona correcta hará que te enamores dos veces primero de ti mismo y luego de ella”

Aun seguíamos en el “jardín mágico”, pero ahora estábamos sentados en el césped justo al lado de una estructura abandonada y rota de la que solo quedaba una pequeña entrada.

—Enséñame a defenderme —dije de pronto.

—¿Qué? —frunció el ceño, divertido.

—Que me enseñes a defenderme, así como lo hiciste con Suzanne la otra vez. Enséñame a decirle las verdades en la cara —moví mis manos como si fuera una boxeadora profesional.

Erick puso sus manos sobre las mías y me las bajó.

—Tranquila, fiera. No vayas a dejar a alguien en coma con eso movimientos.

—Movimientos mortales, querrás decir. No por nada veo “Karate kid” y “Cobra Kai” —Erick rodó los ojos— Ya, chico, enserio —lo halé del brazo para que me hiciera caso— Dime cómo lo haces.

—Karen, me lo estás pidiendo como si eso fuera a resolver tus problemas o como si te fuera a decir cómo insultarla —me miró enarcándome la ceja.

—A ver, que tampoco es que la voy a dejar sin estabilidad emocional, por favor —rodeé los ojos y Erick me despeinó el pelo con la mano mientras decía

—Eres insoportable —al hacerlo se empezó a reír porque en cuanto me tocó el pelo yo me alejé de él.

—Ere un incordio. ¡Tócate tu pelo, envidioso!

—Envidioso —repitió negando con la cabeza.

— ¿Me vas a enseñar o no?

—¿Qué quieres saber? —bajó la cabeza y me miró por encima de unas gafas inexistentes.

—Eh, pues todo, ¿no? A ver, ¿cómo haces para saber qué decir y para hacerlo tan calmado?

Erick dobló su pierna derecha y puso su brazo sobre ella mientras pensaba.

—El día que fui a tu escuela yo no le dije nada malo. Solo le mencioné ciertas enfermedades que parecía tener —se encogió de hombros ocultando una sonrisa satisfactoria—.  Y lo de estar calmado es solo confianza. Si no tienes confianza en ti mismo cada cosa que digas lo harás con miedo, a pesar de que sepas que estás bien. Debes creer en ti y en lo que te mereces. No es cuestión de quién es más fuerte.

Me quedé mirándolo con una cara de incredulidad y supuesto enfado. Al notar que no le contestaba giró la cabeza para mirarme y se sobresaltó al ver mi expresión.

—¿Qué?

—O sea, que no me vas a enseñar a defenderme. Solo me darás un sermón de autoconfianza.

—Pues sí, porque eso es lo que necesitas.

Dejé de mirarlo y miré hacia al frente con el ceño fruncido.

—Y si alguien me quiere robar o secuestrar, ¿qué voy a hacer? ¿Sentarlo en el piso y darle una reflexión de vida y de autoconfianza?

—Es una buena opción, sí —contestó Erick, divertido.

—Como que no me estás entendiendo. Aquí hay que tener acción, uno no puede andar por ahí reflexionando y pensando en los peces de colores. Hay que saber defenderse —le dije chocando mis manos frente a él para que reaccionara.

Él alejó mis manos y me preguntó

—¿De verdad te ves en la situación de que te quieran secuestrar?

—No es si me veo o no, Erick —miré a ambos lados dramática—. Aquí uno no sabe qué le pueda pasar, ¡vivimos en un mundo peligroso! —dramaticé— A parte de que —enarqué una ceja— muchas personas quieren secuestrar tanta belleza natural —me señalé tratando de parecer seria.

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