Capítulo 9: Una invitación

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“Deja de ver lo negativo para ver lo positivo”

Cuando me desperté con el ruido de mi alarma noté que al parecer me había quedado dormida mientras hablaba con Erick anoche. Miré al otro lado de la cama, pero él no estaba.

Tal vez él me haya arropado, pensé, porque definitivamente no recuerdo haberlo hecho yo.

Decidí no darle más vueltas a algo innecesario y me empecé a preparar para ir a la escuela.

Cuando terminé de bañarme y vestirme salí de mi habitación con mi mochila sobre un hombro y vi a mi madre caminando a prisa de un lado a otro en la cocina con una tostada en la boca.

—Voy tarde —trató de articular, pero no se le entendió muy bien.

Tomó su lonchera con el almuerzo, un abrigo y empezó a buscar con la mirada las llaves. Como vi que estaban justo al lado mío, encima del mueble de la cocina, pues las tomé y se las di.

—Gracias. Me voy. Cualquier cosa me llamas, ¿está bien? —me dio un beso en la mejilla y no esperó a oír mi respuesta y se fue.

¿Acaso ese era el perfume “Vie Est Belle” de Lancôme que solo usaba para eventos especiales?

Negué con la cabeza, pues no iba a activar mi modo interrogativo tan temprano y menos por un perfume.

Mi madre salió y después de unos cinco minutos salí yo, pero a diferencia de ella sin desayunar.

Cuando llegué al plantel escolar eran justo las ocho en punto, pero cuando entré al salón ya todos estaban sentados con libretas y lápices porque la maestra acostumbraba a abrir el salón cinco minutos antes. Entré sin mirar a nadie en particular e hice lo mismo que ellos, sacar mis materiales preparándome para la clase.

Durante el tiempo en que la maestra llevaba hablando, algo así como media hora, había estado sintiendo una mirada clavada en mí. Me había reusado a ver de quién se trataba, pero ya me estaba fastidiando sentir esa incomodidad. Cuando aparté la mirada de la maestra, que estaba hablando sobre la importancia de un buen rezumé, me encontré con la de un chico moreno.

Era Andrés, el hermano de Víctor, uno de los amigos de Destiny. En el momento en que lo vi nuestras miradas se encontraron. Andrés era alto y tenía un cabello rizado corto. También tenía una sonrisa traviesa casi siempre. Pero lo más importante era que él era uno de los amigos de Suzanne, o por lo menos los había visto juntos un par de veces. 

Por eso al mirarlo fruncí el ceño, pues no me miraba con asco, desprecio u odio, sino que con complicidad y tal vez algo de deseo.

Decidí ignorarlo y volver la vista al frente.

Al culminar la clase guardé mis cosas en la mochila y divisé a Destiny entre los demás alumnos. Ella también me vio así que se acercó a mí y me saludó con un beso en la mejilla, me sentí algo incómoda por la repentina confianza, pero no la aparté.

—Hola, ¿cómo has estado? —me preguntó sonriendo mientras salíamos del aula para ir a la próxima clase.

—Algo ajetreada con los últimos trabajos y exámenes —confesé.

—Ni que lo digas, yo estoy igual. Y ahora con el trabajo que nos ha dejado la profesora sobre hacer un rezumé creo que no voy a tener tiempo ni para bañarme —las dos nos reímos por su comentario.

—Literal, pero conociéndome voy a dejar ese trabajo para lo último. Tengo que estudiar primero para el examen de historia.

—¿O sea el de mañana?

Abrí los ojos como platos y me choqué la frente con la mano. Lo había olvidado, otra vez.

—¿Ves?, como te dije. Para lo último —Destiny se rio solo un poco. Pero después, cuando vio mi repentina cara de ansiedad, puso su mano sobre mi hombro.

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