Manos grandes y cálidas lo tocaban, acariciaban su espalda, sus costados y lo volvieron sobre su estómago. Manos grandes. Manos cálidas. Manos masculinas.
Chifuyu sintió una oleada de temor mezclado con deseo cuando esas manos separaron sus piernas. No quería hacer esto, se dijo a sí mismo. No quería ir tan lejos. Pero se sentía impotente para detener al otro hombre, el hombre que lo estaba tocando, acariciándole. Y a pesar de su temor, podía sentir su polla contra el colchón, palpitando al compás de su corazón, en un ritmo de puro deseo.
─Quieres esto.
El hombre que lo tocaba habló finalmente.
─Quieres esto Chifuyu, no trates de negarlo. Me quieres dentro de ti. Follándote.
─No.
Chifuyu lo negó con una voz que destilaba incertidumbre.
─N...no me gustan los hombres de esa manera. Hablo en serio, hombre, no me toques.
Pero incluso mientras protestaba, podía sentir las manos moviéndose por los costados de su cuerpo. Levantó sus caderas con impaciencia, haciendo espacio entre su pelvis y el colchón para que el otro hombre pudiera tocarle, manteniendo su polla palpitante en su firme y masculino puño. Gimió suavemente en su almohada cuando el hombre comenzó a acariciarle desde la base al glande, utilizando una lenta y deliberada cadencia que demostró a Chifuyu que sabía exactamente lo que estaba haciendo, y que no tenía planeado detenerse pronto.
─Admítelo.
La voz masculina era profunda y de alguna manera familiar.
─Admite que lo deseas. Que lo necesitas. Dime qué quieres que te folle Chifuyu.
─¡No!
Chifuyu forcejeó brevemente, pero el hombre sólo apretó su puño sobre el eje de Chifuyu y usó el impulso para apartar aun más sus muslos. Chifuyu jadeó cuando sintió un musculoso y cálido pecho apoyarse contra su espalda, mientras otra mano comenzaba a separar las vulnerables nalgas de su trasero.
─Sí ─la voz susurró en su oído─. Esto es lo que necesitas, incluso si no lo admites.
Un pene grueso en tu dulce culo virgen. Necesitas un hombre dentro de ti, cubriéndote, poseyéndote. Lo necesitas, Chifuyu.
─Por favor... ─había lágrimas quemando tras sus párpados y luchó para contenerlas. Pero incluso cuando la caliente vergüenza le inundó, su polla todavía no se rendía en la palma cálida del hombre. El desconocido cambió de posición encima de él y entonces, sintió una dura y húmeda sonda presionando contra la entrada de su cuerpo. ¡La polla del otro hombre!, comprendió con sorpresa. Preparada para penetrarle en cualquier momento. De hecho, podía sentir la gran cabeza en forma de ciruela, deslizándose ahora, abriendo brechas en su defensa, estirando su estrecha abertura con su grosor.
─Relájate ─ordenó la profunda voz.
─¡Dios, por favor, no... no!
Le suplicó al hombre, que continuó el lento, inevitable empuje en el cuerpo de Chifuyu.
─Por favor, no quiero... no quiero esto. ¡Suéltame!
─Si no quieres, entonces ¿por qué todavía estás duro? Si no lo deseas entonces ¿por qué te abres para mí tan fácilmente?
Exigió la profunda voz en su oído.
Para horror de Chifuyu, el hombre tenía razón. Podía sentir su palpitante polla más dura que nunca, y a pesar del dolor en su estirada entrada, podía sentirse a sí mismo entregándose al grueso invasor, relajándose lo suficiente para permitir entrar al otro hombre en su cuerpo, tratando de estar lo suficientemente abierto para que la otra polla llegara a lo más profundo de él. Podía sentir las caderas del otro hombre ahora contra sus nalgas y supo que estaba totalmente dentro, llenándolo completamente. Poseyéndolo como había prometido.
─No soy así ─susurró, sintiendo las calientes y saladas lágrimas derramándose en su almohada, igual que su semen empezaba a surgir de su polla en duras, breves ráfagas.
─Sí, lo eres. Y cuanto antes lo aceptes, mejor ─dijo la profunda voz familiar─. Así que, simplemente, relájate y déjame follarte.
─No, no... por favor.
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─Despierta ─ordenó una voz profunda. ¿La misma voz de su sueño? Chifuyu no estaba seguro.
─¿Qué...? ─miró alrededor del cuarto escasamente iluminado, dudando de dónde estaba.
─Es sólo un mal sueño ─le dijo la voz suavemente─. No te preocupes, Matsuno.
No has sido follado... aún.─¿No he sido...? ─Chifuyu despertó completamente de un salto, su corazón
golpeando, su polla dolorosamente dura entre los muslos. Dios, ¿qué fue ese sueño? ¿Era el que siempre tenía, el que no le dejaba en paz?Rodó inquieto y rozó accidentalmente la fuerte, caliente, masculina espalda del hombre a su lado. Parte de él quería permanecer allí, quería compartir la calidez y la compañía del hombre en su cama, pero él sabía que estaba mal, era enfermizo querer esas cosas. A regañadientes, rodó lejos, tratando de poner espacio entre ellos, tratando de olvidar el calor exigente entre sus muslos mientras su polla dolía por el contacto que le negaba.
«No soy de esa manera», se dijo a sí mismo, intentando creerlo. «No de esa manera. No de esa manera.»
Después de un tiempo volvió a sumergirse en el sueño, recordando donde había comenzado todo esto, hacía poco más de tres semanas...