Chifuyu pasó el resto de la semana evitando a su compañero. Ingería las comidas en diferentes turnos con algunos cadetes de su clase de Historia Militar y se aseguraba de usar sólo el simulador en la sala de tiro regular, evitando la zona de los Needlers a toda costa. Practicaba solo, y cuando terminaba, se duchaba en el baño comunal unido al gimnasio. Volvía a su habitación con el cabello mojado todas las noches para que así, sí Baji dijera algo sobre ducharse, podría probar que ya lo había hecho. Pero Baji nunca mencionó su cabello. De hecho, su compañero no le decía nada más que comentarios cortos, impersonales, ordenándole a Chifuyu recoger su toalla o que apagara las luces. Se dirigía hacia él como a un extraño en el cual no tuviera interés alguno. No más charlas sobre la posición de Chifuyu en los rangos y dejó de
masajearle las manos con la crema especial cada noche. Incluso, no volvió a tocarlo, ni
siquiera cuando dormían en la misma cama.Al principio se dijo a sí mismo que no le importaba. Eso era lo que quería en primer
lugar, ¿cierto? Que lo dejaran solo, que Baji dejara de tocarlo todo el tiempo. Y aún así,
aunque trataba de convencerse a sí mismo que estaba bien, sabía que extrañaba esas
grandes, cálidas manos en su cuerpo. Extrañaba los fuertes brazos de Baji a su
alrededor en el simulador, extrañaba esa voz profunda en su oído mientras Baji lo
acariciaba. Extrañaba a su compañero a su espalda, en la ducha y en la cama.Ahora, cuando se iban a dormir, Baji le daba la espalda en vez de sostenerlo en la posición de cuchara a la cual Chifuyu se había acostumbrado. Las sábanas ya no parecían lo suficientemente grandes y siempre terminaba temblando en la fría habitación, deseando atreverse a cruzar esa solitaria pulgada del colchón entre ellos, para sentir la calidez de Baji contra su piel, pero no podía. Incluso empezó a tener sueños, pesadillas en realidad, que no podía recordar cuando se levantaba. Solo sabía que se levantaba cubierto de un sudor frío y con una erección tan intensa que se negaba a desaparecer.
La segunda vez que pasó, creyó escuchar a Baji murmurar algo en su oído. Pero cuando se despertó totalmente, su compañero yacía a su lado, dándole la espalda y roncando suavemente. Así que obviamente la voz de Baji había sido parte de su sueño.
Chifuyu se giró sobre su lado y trató de sacarlo de su cabeza, solo para tener el mismo sueño nuevamente, fuera lo que fuese, al momento en que se quedó dormido.
La falta súbita de contacto físico parecía época de hambruna después de comer cada noche en un bufet. Si alguien le hubiera dicho que no sólo se acostumbraría a que
Baji lo tocara todo el tiempo, sino que también lo extrañaría cuando dejara de hacerlo, Chifuyu lo hubiera llamado loco. Pero ahora se encontraba observando a otros Needlers por el rabillo del ojo, notando la manera casual en que se tocaban y abrazaban, extrañándolo demasiado... No era como si amara al alto y desfigurado cadete que había sido su compañero por menos de un mes. De cualquier manera, tampoco amaba a Amanda. Chifuyu no admitía, ni siquiera para él mismo, que raramente pensaba en ella y que cuando se
complacía a sí mismo no era su rostro pecoso el que acudía a su mente. Por mucho que tratara de evitarlo, siempre era el oscuro, marcado perfil de Baji el que llenaba su mente en el momento del orgasmo, siempre su profunda voz diciéndole a Chifuyu que se corriera, era la que hacía eco en su cabeza.No fue hasta el fin de la semana que Chifuyu decidió que debía hacer algo, no podía soportarlo más. Se disculparía, decidió mientras se enjabonaba bajo la ducha caliente del baño comunal. Le diría a Baji que se había pasado, que no debió traer el nombre de Sabine a la discusión.
«Estaba asustado», admitiría ante el cadete mayor. «Sentí como si fuéramos muy rápido. No sé porqué hice lo que hice la otra noche contigo en la sala de los Needlers, pero
sé que no soy así. No me gustan los otros hombres de esa manera». Y entonces, antes de que Baji pudiera enojarse, agregaría rápidamente, «Pero entiendo que tú y yo debemos estar físicamente conectados para volar el Needle. Así que, si sólo pudiéramos regresar a como era antes...» Entonces Baji aceptaría e incluso diría algo acerca de recuperar el tiempo perdido. Empujaría a Chifuyu sobre la cama y abriría su uniforme tomando su boca en un lento y ardiente beso, mientras esas grandes, conocedoras manos, se moverían sobre la polla de Chifuyu hasta que se corriera.
«O espera, podría decirle que lo siento, que lo siento tanto que quiero compensarlo», pensó Chifuyu entusiastamente. «Le diré que haré lo que sea... lo que sea menos eso. Le diré que incluso se la chuparé otra vez si eso es lo que quiere». Solo el pensamiento de volver a estar de rodillas frente al más alto y dominante hombre, estaba excitando a Chifuyu. Casi podía saborear el salado, amargo y delicioso sabor del semen de Baji, casi podía oler el almizcle, mientras su compañero follaba profundamente su boca...