HESTIA

9. Andrómaco y Néstor.

Desde sus recuerdos de infancia en Hestia, Néstor había sido testigo del profundo amor y sacrificio que su padre, Andrómaco había realizado, aunque no fue capaz de comprenderlo del todo hasta haber leído los manuscritos de la biblioteca que relataban la historia de amor de sus padres.

Siendo un valiente guerrero y líder respetado en la comunidad, Andrómaco siempre velaba por la seguridad y el bienestar de su hijo y su pueblo, pero hacía tiempo que había llegado el momento en el que Néstor comenzaba a sentir la llamada del mundo exterior, un inquietante deseo de explorar más allá de los límites de Hestia.

La relación entre Néstor y Andrómaco estaba arraigada en el respeto mutuo y el cariño incondicional de un padre a un hijo. Desde temprana edad, Néstor admiraba las habilidades y la sabiduría de su padre, quien se esforzaba por transmitirle los valores y lo que ya eran tradiciones de su pueblo.

A medida que Néstor crecía, al mismo ritmo que la admiración por su padre, también crecía su curiosidad por lo desconocido y su anhelo de libertad fuera de esos límites.

Al cumplir los diecisiete años, Néstor se encontraba dividido entre la lealtad autoimpuesta hacia su padre y su deseo de aventura y respuestas.

Sabía que, si dejaba Hestia, Andrómaco sentiría una profunda tristeza y preocupación por su seguridad, y que no podría cumplir la promesa realizada ante los dioses.

Al mismo tiempo, sentía la necesidad interior de explorar el mundo, de expandir sus horizontes y descubrir su propio destino.

En un cálido atardecer, al volver de la biblioteca, y mientras se encontraban en su hogar, Néstor se acercó a su padre con el corazón lleno de dudas y emociones encontradas.
Era ese mismo corazón, el que latía como un tambor salvaje, resonando en su pecho con una fuerza desenfrenada. Era como el rugido de las olas en una tormenta desatada, poderoso e imparable.

El palpitar de su corazón era el preámbulo de una conversación que ambos debían haber tenido hace tiempo.

Andrómaco, con su mirada sabia y profunda, percibió el conflicto que atormentaba a su hijo y lo invitó a sentarse a su lado junto al fuego de la chimenea.

-Néstor, hijo mío-, comenzó Andrómaco con tono suave pero firme sin mirarle al rostro, como cuando tenía que decirle algo importante, pero tenía miedo de que sus ojos le dejasen desnudo ante su hijo, -entiendo tus inquietudes y deseos de explorar más allá de nuestros límites. Pero debes recordar que Hestia es nuestro hogar, nuestro refugio. Aquí encontramos seguridad y protección, pero sobre todo, encontramos amor y unidad entre nuestro pueblo-.

Néstor asintió, consciente de la verdad en las palabras de su padre. Sin embargo, su corazón le estaba obligando a decir cosas que le harían enfrentarse a su ser más querido.

-Padre-, dijo Néstor con voz temblorosa, -siento un fuego interior que me empuja a explorar otro mundo y creo que es algo que fuiste el primero en verlo. Quiero conocer otras tierras, otras culturas,pero mi amor y respeto por tí y por nuestro pueblo me detienen, me llenan de culpa.-

Andrómaco colocó una mano sobre el hombro de su hijo y dijo con ternura-Néstor, entiendo tu anhelo por lo desconocido. Ese deseo es natural y parte de tu crecimiento como persona,pero debes recordar que el amor y el respeto no son cadenas, sino lazos que nos unen, porque queremos que nos unan. Yo no quiero ser tu carcelero, hijo mío. Siempre te amaré y respetaré, sin importar dónde te lleve tu viaje.-

Andrómaco continuó -Se perfectamente que este día tenía que llegar. Todos los padres tienen la obligación de pensar que sus hijos son seres especiales, pero en tu caso lo eres. Desde que eras solo un niño, demostraste una curiosidad insaciable y una sed de conocimiento que trasciende lo común. Absorbías cada palabra que te decían, cada historia que escuchabas, y siempre tenías preguntas que iban más allá de lo superficial. Tu sed de sabiduría y tu mente inquisitiva son cualidades extraordinarias-.