19.La Hermandad.

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Cuenta la leyenda que después de la Titanomaquia, la gran guerra entre los titanes y los dioses del Olimpo, Cronos fue derrotado por Zeus y sus hermanos. Con su poderoso rayo, Zeus logró encadenar a Cronos en las profundidades del Tártaro, una prisión ubicada en las entrañas de la Tierra.

El Tártaro era una dimensión oscura y subterránea en la mitología griega, considerada el más profundo y terrible de los abismos. Era descrito como una prisión destinada a albergar a las entidades más malévolas y poderosas del cosmos, incluyendo a los titanes y otras criaturas de gran maldad.

En la antigua Grecia, el Tártaro era visto como una dimensión donde la justicia divina era aplicada a aquellos que habían desafiado a los dioses y habían cometido actos atroces. Era el destino final de los titanes, los gigantes y otros seres que se oponían al orden divino.

En el Tártaro, Cronos quedó confinado junto a los demás titanes derrotados. Allí, sufrió un castigo eterno y fue condenado a vivir en un estado de impotencia y dolor, manteniéndose separado del mundo exterior y privado de su antiguo poder.

A medida que los siglos pasaban, Cronos se convirtió en una figura olvidada, un recuerdo lejano de una era pasada. Su encarcelamiento se volvió un símbolo de la victoria de los dioses olímpicos sobre los titanes, asegurando así su dominio divino sobre el mundo.

En la historia de la Hermandad, uno de sus miembros más destacados, mucho tiempo antes de la época de Robespierre, dedicó gran parte de su vida a la investigación y búsqueda de la ubicación exacta del Tártaro.

Este miembro, cuyo nombre ha quedado envuelto en el misterio y se le conoce solo como el Gran Arconte, poseía un conocimiento profundo de la mitología antigua y estudió textos secretos y antiguos para descifrar los enigmas que rodeaban al Tártaro.

El Gran Arconte recopiló información dispersa a lo largo de los siglos en distintas culturas y mitologías de todo el mundo, buscando pistas y referencias que pudieran indicar la ubicación precisa de la prisión de los titanes. Estudió textos sagrados, pergaminos ocultos y consultó a sabios y eruditos en las artes arcanas. Fue a través de una combinación de conocimiento antiguo y técnicas avanzadas de cartografía astral como logró trazar un mapa cósmico que señalaba la entrada al Tártaro.

Este mapa cósmico revelaba las coordenadas astrales precisas y alineaciones de planetas y estrellas que permitían identificar la ubicación exacta del Tártaro. Sin embargo, solo los miembros más confiables y leales de La Hermandad tenían acceso a esta información, ya que el conocimiento del Tártaro podía ser peligroso en manos equivocadas.

Para verificar la validez del mapa cósmico, el Gran Arconte llevó a cabo una serie de rituales y ceremonias secretas, invocando a entidades primordiales y sometiendo su propio espíritu a pruebas rigurosas. Fue a través de estas prácticas ocultas que confirmó la autenticidad del mapa y su conexión con la entrada al Tártaro.

La Hermandad, tras años de estudio y preparación, finalmente logró encontrar la ubicación precisa del Tártaro y descubrir la manera de liberar a Cronos de su prisión eterna.

Con cautela y siguiendo un meticuloso plan, llevaron a cabo un complejo ritual en el que invocaron fuerzas oscuras y desataron su poder colectivo para abrir una brecha entre los mundos y permitir la salida de Cronos.

Sin embargo, al ser liberado, Cronos no recuperó su antiguo poder y grandeza. Los siglos de encierro en el Tártaro habían debilitado su esencia divina, dejándolo vulnerable y despojado de gran parte de su antiguo esplendor. La Hermandad, consciente de esta situación, decidió encerrarlo en un lugar seguro dentro de este mundo, donde pudieran mantenerlo bajo control y evitar que se desatara nuevamente el caos y la destrucción.

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