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Tras una larga noche de insomnio, el escritor decidió que debía darle una oportunidad al rubio. La disculpa de la noche anterior le había sonado sincera y, para qué mentir, su dermis aullaba por un poco más de Changkyun. Así fue como la tarde siguiente decidió tragarse su orgullo y mandarle un mensaje a quien había llegado a su vida para derribar sus cimientos. "¿Quieres que nos veamos esta noche? Me apetece soju", fue lo que escribió, aunque tuvo que esperar unas cuantas horas para recibir una respuesta. Estaba impaciente, no, ansioso. Hizo ejercicio, trató de leer, vio un capítulo de su serie de confort, pero su mente estaba en ese mensaje. Una y otra vez miraba el teléfono esperando que el rubio le hubiera escrito, pero nada. Así que, como todo ser humano desequilibrado, tomó una decisión impulsiva y borró su cuenta de Twitter. Kihyun lo bombardeó a llamadas, probablemente para echarle la bronca por haber suspendido la cuenta que le daba exposición pública, pero no respondió. Llevaba un par de semanas ignorándole, como si así se solucionase el problema. No había forma de salir victorioso de la situación que se encontraba. ¿Qué se supone que debía que hacer, renegar de su libro? ¿Dar una conferencia retractándose de todo cuanto había defendido y que le había hecho rico? Desaparecer era la opción cobarde, pero él había demostrado una y otra vez con sus pésimas elecciones que cobarde era un adjetivo que se le ajustaba a la perfección. Con un poco de suerte se olvidarían de él con el tiempo y podría tener una vida discreta al lado de su novio. Hasta ese entonces no había pensado en la posibilidad de una vida en pareja, al menos no con un hombre, pero ahora era algo inevitable. Era gay, Lee Jooheon había aceptado que le gustaban los hombres, y estaba dispuesto a abrirse al amor.

La tan ansiada respuesta llegó a eso de las ocho de la tarde: Changkyun le invitaba a ir a un puesto callejero para comer y beber. Se puso algo de ropa deportiva, pues era la única prenda informal que había en su armario, y se encaminó hacia donde habían quedado. No pudo evitar sonreír ampliamente al ver al rubio esperándolo y, cuando sus miradas se cruzaron, su corazón saltó. Era muy guapo, joder, tenía muchas ganas de besarlo. El más bajo depositó un beso furtivo en su mejilla y comenzó a andar, avergonzado de si mismo. Quería agarrarle de la mano, necesitaba urgentemente tocarle, pero se conformó con aquel beso inesperado. Se sentaron en uno de los puestos, y pidieron a la señora soju y cerdo picante. Era un lugar discreto y, de reconocerle algún fan, vería simplemente a dos amigos pasando una agradable noche de primavera.

—Me alegra que me hayas escrito. Anoche pensé que no querrías volver a verme.

—Creo que todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. Yo mismo he dicho y hecho cosas de las que no estoy orgulloso.

—Voy a ser sincero contigo, me dolió las cosas que dijiste sobre mí. Pero he estado reflexionando, y quizás no he sido amable contigo. Lo siento, mereces respeto. Esta vez lo haré diferente.

El escritor se sirvió un par de tragos de soju bajo la atenta mirada del rubio. Había muchas cosas que quería decirle, pero no era el lugar. Así que, simplemente, mostró una de esas sonrisas que solía emplear en sus charlas y negó con la cabeza.

—Todo está bien. Bebamos y empecemos de nuevo.


Agradecieron a la señora cuando trajo el plato de cerdo picante y comieron en silencio. Ninguno sabía muy bien qué decir, era la primera vez que interaccionaban sin despreciarse o sin acabar en la cama, y se dieron cuenta de que no tenían nada en común. Sin embargo, Changkyun estaba dispuesto a abrirse y compartir un poco de su vida con el escritor, por lo que se aclaró la garganta y habló con su mirada fija en el cerdo picante.

—Dejé el instituto y me puse a trabajar. No tengo estudios superiores, aunque me encantan los documentales; es mi forma de aprender. Prefiero el jazz al rock, los gatos a los perros, y la montaña al mar. De pequeño me hice un esguince en la muñeca mientras practicaba un saque de voleibol. Tengo un hermano pequeño y mi familia es originaria de Suwon, aunque me mudé a Seúl a los veinte. Cumplí 23 meses de servicio militar en la armada y comencé a trabajar como camarero hasta llegar a organizar eventos. Así fue como nos conocimos —levantó la mirada y le dedicó una sonrisa que dejó sin habla al escritor, quien trataba de procesar toda esa nueva información.

Nadie conoce a Lee Jooheon (JooKyun) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora