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Habían pasado diez minutos de la hora acordada. El escritor miraba compulsivamente el chat de la app para comprobar si Changkyun se había arrepentido, pero ningún mensaje nuevo había llegado. Esperaba en la puerta de la cafetería de gatos donde habían quedado, su vista clavada en la pantalla del teléfono, cuando una voz nasal interrumpió sus pensamientos catastróficos.

—Hola, Jooheon.

Su corazón dio un vuelco, sus manos comenzaron a sudar. Cuando levantó la cabeza se encontró con quien menos esperaba ver en aquel lugar.

Jagiya —exhaló en un susurro.

Hyungwon parecía tan nervioso como él. Con la punta de su zapato golpeaba la calzada, y su sonrisa temblaba.

—Changkyun me pidió que viniera: me dijo que necesitabas un amigo.

El escritor sintió que sus ojos se aguaban gracias al nudo en su garganta. No lo pensó, simplemente acortó la distancia que los separaba y estrechó entre sus brazos al más alto. Hyungwon correspondió aliviado, acariciando su espalda.

—Gracias —dijo con la voz estrangulada.

Se quedaron abrazados por largo tiempo, no en vano había pasado casi una década desde la última vez que se dirigieron la palabra. Lee Jooheon se aferraba a la camiseta del mayor tratando de asegurarse de que era real, de que su jagiya lo estaba abrazando. Sentía las caricias de su viejo amigo brindándole consuelo: su primer amor. En ese momento no pensaba en Changkyun, no habría nada que le hiciera más feliz que lo que estaba viviendo. No quería separarse; no recordaba la última vez que tuvo ese contacto tan amoroso e íntimo, pues su reencuentro con Minhyuk había sido cálido, aunque de otro modo.

—¿Estás bien? —le susurró en el oído.

Se separaron un poco, lo suficiente para verse a los ojos, pero las manos del escritor seguían aferradas a los delgados brazos del mayor.

—Lo siento, es que... No sé qué decir. Lo siento, por todo. Yo...

—Yo también me alegro de verte, Jooheon. ¿Te apetece que entremos?

—La verdad es que necesito dar un paseo, un poco de aire.

—Entonces, caminemos.

Echaron a andar, el coach observándolo de reojo cada tanto. Ahí estaba él, con su tranquilizadora sonrisa, su olor que tan bien recordaba, aquella voz que se había desvanecido de su mente con el paso de los años. Se notaban sus rasgos más maduros, la edad le sentaba bien. Seguía teniendo sobre él el mismo efecto que cuando tenía diecinueve años, aunque no sabía identificar si era por ser su primer amor o por la apabullante felicidad del reencuentro.

—¿Por qué has venido? No fui un buen amigo contigo, me alejé sin ninguna explicación. Siento demasiada vergüenza como para siquiera mirarte.

—Estoy seguro de que me explicarás tus motivos por los que te distanciaste cuando te sientas preparado, ¿no es así?

El más joven asintió pensativo. Caminaba con la vista en el suelo, tratando de poner orden en su cabeza y corazón.

—¿De qué conoces a Changkyun?

—Pensé que no me lo preguntarías —bromeó, tratando de sacarle una sonrisa— Somos compañeros de trabajo. Y amigos. Estoy al tanto de vuestra historia.

—Bueno, no eres el único: toda Corea lo está.

—Siento lo que os pasó, debe estar siendo muy duro para ti. No quiero imaginarme lo difícil que tiene que ser estar en tu situación, pero créeme, todo pasa.

Nadie conoce a Lee Jooheon (JooKyun) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora