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El rubio sorbía su café helado mientras acariciaba lánguidamente al gato Burmés que se había posado en su regazo. Otros cuantos felinos paseaban por el respaldo de su asiento, rozándole con la cola. Había llegado un poco antes de la hora acordada, pero no tenía sentido pasar antes por su casa. Se había llevado ropa limpia al trabajo y allí se había cambiado. Aunque lucía tranquilo, sentía un nudo en el estómago por los nervios. Sin embargo, el ronroneo del gato que se dejaba acariciar le procuraba una relajante sensación. Tenía el pelaje sedoso y unos ojos verdes muy penetrantes. De no ser porque no tenía tiempo para cuidar a ningún ser vivo, adoptaría algún minino. Pero en ese momento de su vida no necesitaba más obligaciones de las que ya tenía.

—Eres la cosita más bonita que he visto en mi vida —le susurró posando sus labios en la cabeza del animal —¿Eres macho o hembra? Okey, definitivamente eres un macho —rio tras comprobarlo —¿Cómo te llamas? Eres tan bueno que te perdono por llenarme el pantalón de pelo. ¿Sabes lo que cuesta quitarlos? No estoy presentable para una cita.

Un segundo gato se posó en su hombro, aunque no tardó en saltar a la mesa: de no ser por los reflejos del cocinero, el café hubiese acabado derramado.

—Veo que eres bastante popular —alzó la vista y sonrió al escritor, quien acariciaba el lomo del gato de la mesa— ¿Quieres algo más? Voy a pedir un zumo.

—Estoy bien, gracias.

Siguió con la mirada al pelinegro. Vestía informal, pero a sus ojos estaba más guapo de como lo recordaba. Cuando tomó asiento a su lado no pudo evitar fijarse en él más de la cuenta.

—¿Qué me miras? —cuestionó divertido.

—Tienes un brillo diferente en la mirada, estás... distinto.

—Estoy tratando de cuidarme. He dejado el tabaco y estoy alimentándome mejor. ¿Llevas mucho rato esperando?

—No demasiado. La cafetería está más cerca de mi trabajo que de mi casa, así que vine directamente al salir. Además, así puedo aprovechar estas horas de descanso para estar contigo.

No le pasó desapercibido como el escritor se ponía nervioso, aunque trató de disimularlo buscando en su bandolera el portátil.

—¿De verdad quieres leer lo que he escrito? Aún está un poco desordenado, soy un escritor brújula y puede que haya alguna falta de ortografía que se me haya pasado.

El rubio le hizo una seña para que le pasase el aparato electrónico: realmente sentía mucha curiosidad por saber qué había escrito.

—Hmm, empieza en la noche que nos conocimos —pensó en voz alta. Leyó concentrado los primeros párrafos, con la derecha bajaba el documento para seguir leyendo, con la izquierda acariciaba al gato que se había quedado dormido en su regazo.

—El comienzo del libro siempre es crucial. Tengo que darle una vuelta a la primera frase porque es la que enganchará a los lectores.

—Oh, woah.

—¿Qué?

Changkyun lo miró impresionado.

—Veo que no vas a censurar nada —dijo señalando en el documento el momento del sexo oral en el reservado.

—Así fue como nos conocimos. Tú entraste con la botella de champán y me viste... ocupado.

El rubio lo miró con una ceja alzada.

—Sé lo que vi, yo también estaba allí.


El escritor se sentía realmente nervioso. Una cosa era que Minhyuk lo leyera, pues era colega de profesión, pero otra cosa muy distinta era que lo hiciese Changkyun. ¿Y si no le gustaba? ¿Y si él lo recordaba diferente? Aunque trataba de distraerse con los gatos no podía evitar estar al pendiente de las reacciones del más joven. Parecía realmente inmerso en la lectura. No le pasó desapercibido la fugaz mueca que hizo en determinado momento.

Nadie conoce a Lee Jooheon (JooKyun) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora