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Tras el último encuentro con Changkyun, el escritor entendió que debía tener un tiempo para él y reflexionar profundamente sobre lo que quería en la vida. Es así como tuvo la idea de pasar una semana en el hotel Hongchen, hotel que simulaba una prisión. Prision inside me era una opción para aquellas personas que, debido al estrés de lo cotidiano, decidían vivir esa experiencia de completo aislamiento para poder conectar consigo mismos. Por 115 wones la noche, podía alejarse de la sociedad que lo estaba castigando por haber sido descubierto teniendo relaciones sexuales con otro hombre.


Cuando ingresó en el hotel tuvo un atisbo de miedo, aunque también de alivio. En aquel lugar reinaba el silencio, la arquitectura era aséptica, y el camino a su celda no hizo más que alimentar el revuelo de su estómago. El guía, quien hacía las funciones de carcelero, le entregó un uniforme azul, una esterilla de yoga donde dormir, un bolígrafo y un cuaderno, donde otros visitantes habían dejado registradas sus experiencias en aquel lugar. Le indicó donde estaba en botón del pánico en caso de que necesitase salir del diminuto habitáculo, y le explicó como se le entregaría la comida. Una vez se hubo cambiado, el guía le quitó todas sus pertenencias y cerró la pesada puerta, dejándole completamente a solas. Había algo de subversivo en la idea de aislarse de manera voluntaria pues, mientras que Corea lo estaba repudiando y cerrándole puertas tras el vídeo sexual, era él quien por primera vez tenía el control y buscaba esa soledad. Miró por la estrecha ventana, se sentó en la esterilla tratando de meditar sin éxito, caminó de un lado a otro de la habitación, pero no se encontraba. Tenía una vida lujosa y esa experiencia lo alejaba de toda comodidad, siendo él su única compañía y distracción.


Fue al diminuto baño y se acarició por encima del uniforme de preso. Había pasado casi una semana desde que su reputación cayó, una semana sin un acercamiento sexual más allá del último beso que compartió con su examante. La imagen del rubio cruzó por su mente, causando en él una extraña mezcla de excitación y dolor. Las escasas experiencias sexuales que había tenido antes de conocerle se centraban en él recibiendo sexo oral de una forma muy impersonal, y eso había dejado de resultarle atrayente. Después de haber probado lo que era entregarse a sus deseos, el ser follado por una persona que se preocupaba de respetar sus tiempos y honrar su placer, no quería volver a conformarse con menos. Se quitó el uniforma azul y observó su nuevo tatuaje, suspirando. Aún no sabía en qué lugar poner su fe y en cual su homosexualidad. Se sentía culpable, pero era como si un impulso que nacía de lo más profundo de él le recordase que le gustaban los hombres y eso no cambiaría jamás. Le asustaba la idea de hacer terapia de reconversión, pero se lo había planteado. Sin embargo, en ese momento, desnudo en aquel minúsculo cubículo, dejó que el recuerdo del rubio follándole ganase la partida a sus creencias. Llevó su mano a su miembro y se acarició despacio. Había frustración y había deseo concentrado en los gemidos quedos que dejaba escapar de su garganta. Echaba de menos a Changkyun, pero este había sido muy tajante con él. Pensó en que no había pagado tanto dinero por masturbarse, pero se llevó la diestra a su trasero e ingresó un dedo en su culo, haciéndole olvidarse de todo. Se tocó pensando en que su examante volvería arrepentido y tendrían sexo espectacular. Al eyacular, la soledad y miedo volvieron con más fuerza, provocando que llorase y se sintiese miserable. No podía seguir así, no podía desperdiciar la oportunidad que se había regalado a si mismo, así que salió del baño y agarró el cuaderno dispuesto a distraerse con las experiencias de anteriores presos. La primera fecha que databa era del quince de enero de ese mismo año. La letra era estilizada y se inclinaba ligeramente a la derecha. Había algo de morboso en leer las intimidades de alguien más, así que se sumergió en la lectura.


"Durante toda mi vida he creído que había un único camino para mí: casarme, ser una buena esposa y tener hijos. Ahora estoy aquí sentada tratando de asimilar mi divorcio, y solo puedo pensar en la vergüenza que provocaré en mis padres cuando les diga que mi matrimonio se ha acabado. Pensé que podría ser feliz con esa vida, pero ese hombre no me hacía feliz. Era bueno, y aburrido. No quiero ser madre, pero ¿qué otra cosa puedo ser? Tengo que volver a la casa de mi infancia y, de solo pensarlo, siento escalofríos".

Nadie conoce a Lee Jooheon (JooKyun) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora