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Frente a él, un chico de aspecto risueño bebía té rojo con actitud relajada.

—¿Recuerdas la vez que llegamos bebidos a clase porque era el cumpleaños de Hyungwon y habíamos estado toda la mañana bebiendo soju?

—Si, recuerdo que casi nos expulsan de clase porque no dejábamos de reír— respondió el escritor.

—Echo de menos los días en los que podía beber cuanto quisiera sin consecuencias. Ahora las resacas son terribles. Los treinta no perdonan, Jooheon. Aunque, en el fondo agradezco haber dejado atrás mis años fiesteros; ahora tengo una vida tranquila y aprecio la soledad.

—Yo estoy cansado de sentirme solo. Pero me he dado cuenta de que, en cierta forma, he sido el principal responsable de esa situación. No debí alejarme de ti y Hyungwon, ahora lo se.

Minhyuk le observó por encima de la taza mientras bebía lo que quedaba de té rojo.

—No pienses más en ello, eso quedó en el pasado. Me alegré cuando leí tu mensaje, aunque me tiene intrigado tu propuesta. ¿Sobre qué queríamos hablarme?

Lee Jooheon echó un vistazo rápido a su bandolera, donde guardaba los tres cuadernos que había escrito en la simulación de cárcel.

—Mira, tengo muchas cosas que decir sobre todo esto que me está ocurriendo, pero no creo que nadie quiera leerlo si lo he escrito yo. Sin embargo, si lo escribes tú estoy seguro de que se vendería. Se que escribes literatura romántica, pero eres muy buen escritor y confío en ti. He escrito algunas reflexiones en estos cuadernos —dijo, sacando estos de la bandolera— Habría que ordenarlos cronológicamente y darles un contexto, pero quería darte algo con lo que empezar. Si aceptas, claro está.

El mayor ojeó aquellas libretas: no se esperaba aquella proposición.

—No sé qué decirte, Jooheon. Me siento halagado, pero no creo que sea el adecuado.

—¿Por qué no? Me conoces desde hace más de una década, y he leído tus libros: jamás se lo propondría a alguien que no admirase. Respeto tu trabajo, se que harás un buen trabajo.

—¿Por qué quieres escribir este libro?

—Porque estoy cansado de que otras personas decidan por mí, quiero adueñarme de mi historia. No soy "La retórica del amor", ni siquiera soy el Lee Jooheon que creen conocer. Quiero que sepan mi verdad.

—¿Te das cuenta? Si quieres ser dueño de tu historia debes serlo hasta el final. No le cedas a nadie el poder de escribir tu verdad, porque solo tú puedes hacerlo. Lo siento, no aceptaré el trabajo, pero no porque no me parezca interesante. Tú no eres un famoso mediocre incapaz de escribir sus memorias, eres escritor. Dices que "La retórica del amor" no te define, pues muestra quien eres realmente, no solo como persona sino como escritor.

El coach se quedó en silencio, meditando todo lo que le había dicho su antiguo amigo. No se había planteado esa opción porque no creía que nadie quisiera comprar su libro. Tampoco que una editorial quisiera publicarle.

—¿Y si lo escribo yo, pero firmamos con tu nombre? Por supuesto que te llevarías un porcentaje del beneficio por...

—Jooheon, escucha: no lo hagas. Se valiente, habrá quien compre tu libro. ¿No has pensado que puedas ser una inspiración para otros hombres que están confusos con su sexualidad? ¿O que no se atreven a decirles a sus seres queridos que son gay? Incluso si solo compran el libro por morbo, estoy seguro de que serás leído. Vivimos en una sociedad que se debate entre la tradición y la búsqueda de nuevos modelos sociales: tu historia importa, porque das voz a aquellos que no pueden. Quienes dicen odiarte una vez te idolatraron por las razones equivocadas. Si has de ser admirado que sea porque, a pesar de este linchamiento público, eres resiliente y no permitirás que vuelvan a intentar callar tu voz. ¿Más té?

Nadie conoce a Lee Jooheon (JooKyun) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora