(5)

174 21 17
                                    


Cuando abrió la puerta, la encantadora sonrisa que había dibujado en su rostro se esfumó. Frente a él estaba el rubio que le había descubierto en el reservado. Asomó la cabeza para ver si había alguien más en el pasillo y, cuando se aseguró de que estaban solos, lo agarró del brazo y le obligó a entrar en la habitación.

—¿Me estás acosando?

El recién llegado lo miró con desaprobación.

—¿Crees que habría quedado contigo de saber que eras tú? Joder, para una vez que me cito con alguien— farfulló en voz baja.

—Esta situación es más incómoda para mi que para ti. Llevo todo el mes con miedo a que cuentes lo que viste.

—Jamás haría eso, por mucho que te deteste. Tienes derecho a decidir cuándo hacer pública tu sexualidad. Lo que me enfurece es que te aproveches de tu posición de poder para usar a jovencitos para venirte en sus bocas.

—Te recuerdo que has sido tú quien me has abierto chat.

—Debería irme, no merece la pena. Pensé que iba a conocer a alguien interesante.

—Tú no querías conocer a nadie, tú querías follar. Eh, no te juzgo, yo quiero lo mismo. Además, puedo enseñarte las cosas tan calientes que me has escrito mientras venías de camino. ¿No piensas que nos hemos reencontrado por algo?

—Si, porque Grindr Seoul es diminuto y, tarde o temprano, coincides con los mismos.

¿Era una locura que estuviese comenzando a ver caliente a ese rubio? Era incuestionablemente atractivo, y sabía que era discreto. Aún no entendía muy bien por qué, con él había conseguido ser tan solo Jooheon: lo único que sabía es que desde que lo conoció su farsa se había derrumbado, y el destino los había juntado de nuevo. Había algo que ese chico le hacía sentir en el estómago, algo que no lograba descifrar. Lo único que sabía es que, mientras más le observaba, más ganas tenía de volver a besarlo.

—Has prometido hacerme cosas muy sucias con esa boca —el pelinegro sonrió satisfecho al ver la confusión en el rostro ajeno— Y la otra vez me tuve que conformar con un beso.


¿De verdad Lee Jooheon le estaba coqueteando? Y, lo más importante, ¿por qué su cuerpo respondía favorablemente? Sí, era caliente, con un culo de lo más apetecible. Y besaba bien, o eso creía recordar. Vale, fue un beso robado, debería haberle cruzado la cara; sin embargo, fue un beso dulce y cargado de emociones contenidas. Sin duda tenía unos labios bonitos, y olía muy bien. Y esos muslos...

Ese fue el momento. En cuanto Changkyun decidió inspeccionar a conciencia el cuerpo del pelinegro, estuvo acabado. Al ver la tela de los pantalones abrazando esos fuertes muslos, el recordar la cicatriz que le había hecho salivar. Desde que lo vio por primera vez su cuerpo se sintió atraído, pero sus ideales lo detenían de hacer nada. Pero estaban en una habitación de hotel, solos, como si algo superior a ellos les hubiera empujado a esa situación. Era oficial: iba a acostarse con Lee Jooheon. Dejó a un lado la mochila donde había guardado el lubricante y los condones que había comprado de camino. Se quitó la chaqueta, sus ojos fijos en los del coach, y se acercó a este con decisión. Desabrochó sin prisa la camisa del escritor, procurando que sus dedos rozasen la piel que se iba descubriendo a su paso. Cuando al fin pudo ver la cicatriz se lamió la comisura de los labios y arqueó una ceja. Estaba disfrutando demasiado la situación, ver a Lee Jooheon tan dócil, simplemente dejándose hacer. No parecía de ese perfil, cosa que le alegraba, pues a él le gustaba llevar la voz cantante en la cama. Le gustaba que sus amantes se murieran de deseo por él: verlos con los ojos cristalizados, temblando con su toque, pidiéndoles con voz ronca que lo hicieran suyo. Paseó las palmas de sus manos por el torso del coach, ascendiendo hasta acabar posándose a ambos lados de su cabeza.

Nadie conoce a Lee Jooheon (JooKyun) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora