VIII

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Miguel si había pensando por un momento en cancelar la salida e irse al ver la manera tan estúpida que sonreía el castaño cuando se encontraron fuera de la base, pero se encontró gratamente sorprendido de lo cómodo que se estaba sintiendo con él, habían ido a uno de sus lugares favoritos, incluso le había preguntado sobre cosas que no estuvieran relacionadas con su aspecto, realmente parecía una salida entre amigos y agradecía enormemente aquello. El trabajo lo mantenía en constante estrés, la culpa de la destrucción de su universo y la muerte de todo lo que amaba le carcomía, claro que podía ignorar su sentir la mayor parte del tiempo al obligar a mantenerse ocupado, pero sentía los estragos de no descansar apropiadamente, una jaqueca permanente se había posado en su cabeza desde aquel fatídico día, su cuerpo dolía por no terminar de recuperarse cuando ya se encontraba yendo a otra misión o entrenando hasta que no pudiera moverse sin dolor.


No tenía con quien hablar de nada que no fueran las misiones y los reportes de las mismas, podía notar como le temían, cuando entraba en la cafetería todos evitaban su mirada, incluso se alejaban para dejarle pasar, podía notar la tensión e incomodidad en cualquier habitación donde entrara, pero con el castaño era diferente, parecía ignorar lo que a otros aterraba, incluso cuando fue atacado por él, pero temía perder ese único contacto con otro ser humano, una relación podría ser pasajera, pero una amistad era para toda la vida y eso es lo que Miguel quería junto al castaño.


Tras unos minutos la mesera regresó a su mesa con dos platos hondos llenos de un caldo rojo, pedazos de carne y granos de maíz, así como un plato a parte con algo de lechuga, repollo, cebolla, rábanos y limón en rodajas.


Provecho – Ambos agradecieron y se concentraron en su comida. Peter veía como O'Hara probaba el caldo antes de agregar algunas verduras y exprimir un par de limones encima.


— ¿Que es esto?


— Se llama pozole, es un platillo delicioso, puedes comerlo como quieras, ya sea sin agregar nada, agregando todo o solo algunas cosas, ve probando a ver cómo te gusta.

Parker dudó un poco por el color del platillo, pero se animó a probarlo con la ayuda de una cuchara, cuando el sabor inundó su boca no pudo evitar gemir bajo de puro gozo.


— Oh por dios. – Dijo feliz mientras hundía su cuchara de nuevo en el plato ahora sacando algo de carne y granos para meterlos a su boca repitiendo con su pujido de placer.


— Hey, deja esa mierda. – Le regañó el moreno mientras le daba una patada por debajo de la mesa.


— Auch, ¿Que es lo que pasa contigo? – Se quejó por el golpe en su espinilla mientras tomaba otro bocado, no disfrutaba tanto del sabor de una comida desde las hamburguesas en el universo de Miles. Poco o nada le importó que las demás personas del lugar voltearan a verlo cada vez que disfrutaba de cada bocado, ni siquiera le tomó importancia a como Miguel fruncía el ceño mientras sus ojos daban un destello tan rojo como un rubí a contra luz. Cuando Peter comía algo delicioso, todo lo demás pasaba a segundo plano definitivamente. — Eso estuvo delicioso. – Decía feliz mientras salían del restaurante tras terminar de comer, él quería quedarse un poco más a probar que otras maravillas habría, pero el moreno insistió en que se fueran.


— ¿Delicioso? Fue jodidamente vergonzoso, pendejo – Por un instante Miguel se preguntó si realmente era tan malo la soledad absoluta.

Y si... ¿No fuera valiente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora