୨capítulo diecinueve୧

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[una semana después...]
León

—¿Cuántos ejercicios te faltan?—preguntó la Milla, mientras le tomaba fotos mentales a mi control de cálculo pa' después copiarlo.

—Cinco—respondí, sin despegar la mirada del control que tenemos que entregar en unas horas más—¿Y a ti?

—Lamento informarle, mi estimado...—levantó la hoja en blanco y la sacudió con desesperación.—Me falta todo.

—Sácale fotos al mío y cópialo nomás.—la miré divertido y giré la hoja para que pudiera tomarle fotos.

—León, erí mi angelito de cálculo.

—¿Y las ayudantías? Te estaba yendo mejor...—hablé con cierta confusión porque, hasta donde sabía, el Jorge la estaba ayudando caleta con el ramo.

—Las boté.—murmuró, restándole importancia.

—¿Por qué?

—León,—bufó y me miró cansada.—tú sabí porqué boté las ayudantías.

—¿Por qué no le decí al Jorge que todavía te gusta?—pregunté, sin quitarle la atención a los ejercicios que me quedaban de la guía.

—Seguro es tan fácil po'.—balbuceó ofendida y se tiró de manera dramática sobre la mesa.

—Es que debería serlo, Milla.

—¿Por qué no le decí a la Yuli que te gusta si es tan fácil?

—Ya le dije.—en cuánto dije eso, la Milla se rió con diversión y entrecerró sus ojos incrédula.

—Ya po', y yo soy el Jere Klein.

Iba a responderle, pero mi atención quedó fija en el pasillo que daba a los pastos donde estábamos con la Milla. Una sonrisa involuntaria se posó en mis labios cuando vi a la Yuli caminar en nuestra dirección, acompañada del Jorge.

—¡Uy, si está tan enamorao'!—la Milla me pellizcó las mejillas y sentí como se sonrojaron al tiro.

—Sácale fotos a la prueba mejor.

—¡Miren a quién me encontré!—el Jorge exclamó apenas llegó donde estábamos y apuntó a la Yuli, que nos saludó con la manito.—A la mujer del León.

—¿Del León? Es mía.—la Milla la abrazó por la cintura e intenté seguir con el control, pero no podía quitarle la mirada de encima a la Yuli, porque se veía preciosa.

—¿En qué están?—la Yuli caminó donde estaba yo y se inclinó para mirar mi control, alterando por completo todos mis sentidos.

—Tenemos control de cálculo.—respondió la Milla, mientras ignoraba por completo al Jorge, que intentaba llamar a toda costa su atención.—¿Tení prueba hoy, Yuli?

La Yuli asintió cansada y ladee ligeramente la cabeza con preocupación al ver su expresión:

—En el bloque antes del almuerzo.

El Jorge se sentó sobre la mesa, al lado de la Milla, porque no quedaban más sillas. De hecho, como era la hora para cambio de sala —break, según la universidad—, se llenaba en todas partes por quince minutos.

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⏰ Última actualización: Sep 21 ⏰

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