Tutorías pa' enamorar(nos)

୨capítulo dieciséis୧

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[una semana después...]
Yuliana

Caminé lento por los pasillos de mi facultad, mientras leía con atención el poemario de Mario Benedetti que tenía entre mis manos, hasta que apareció un poema que resonó en mí mente:

"No eran amantes, no eran novios y
tal vez no eran amigos. Pero siempre
fueron el uno para el otro."

—Yulita...—escuché un susurro detrás mío y salté del susto, mientras cerraba rápido el libro que tenía en mis manos.

—Deja de asustarme, León.—lo miré con los ojos entrecerrados y le di un golpecito bien despacio con el libro.—Algún día me voy a morir de algo al corazón y ahí vai a quedar.

Se llevó una mano al pecho y negó con la cabeza.—Me quedo solito, sin polola.

Lo miré con diversión.—¿Qué estai haciendo por estos lados? Las humanistas y los matemáticos se repelen.

—Te vine a buscar.—me abrazó por los hombros y sonrió con ternura, para luego apuntar al grupo que estaba a unos metros de nosotros.—Bueno, te vinimos a buscar.

—¿Por?—fruncí el ceño.

—Como es el cumpleaños de la Cata, se lo vamos a ir a celebrar a la casa del Nico y te vinimos a buscar para que te vengai con nosotros.

—No puedo ir, León.—murmuré y lo miré triste.—Tengo que estudiar.

—Podemos estudiar en el cumpleaños.—me miró decidido.—Yo te ayudo, Yulita.—me pellizcó la nariz.—Aparte, es viernes.

Me reí con ternura.—¿Qué tiene que sea viernes?

—Que quiero pasarlo contigo.

Dios mío, como caigo tan rápido con este hombre.

—Bueno,—musité—pero prométeme que me vai a ayudar a estudiar, León.

—Te lo prometo.—sonrió con sinceridad y luego desvió su mirada a mi mano.—¿Qué estai leyendo?

—Nada.

Entrecerró los ojos.—¿Nada?

—Poemas.

—¿Poemas?—sonrió ampliamente.

—Quizá.

—Ah.—ladeó la cabeza y sonrió de costado.—¿Por qué no me leí uno?

—¿Qué yo te lea uno?—me apunté y él asintió rápido.—¿Cualquiera?

—No, déjame elegirlo.—tomó mi libro y empezó a ojearlo, hasta que llegó a una página que le llamó la atención, haciendo que sus ojitos brillaran.—Este.

Tomé el libro y le di una lectura rápida al poema antes de recitarlo en voz alta, el cual hizo que se me pusiera la piel de gallina:

—"Lo mío fue un acto de justicia..."—lo miré y sentí mi corazón latir rapidísimo.—"(...) te robé un beso porque tú llevabas meses robándome el sueño."